Las cuatro claves que permiten renovar una cultura de la paz y de la tolerancia

El periodista y sacerdote Josetxo Vera ahonda en 'Siempre aprendiendo' en la última encíclica del Santo Padre, 'Fratelli tutti'

Josetxo Vera

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Seguimos avanzando por este recorrido que estamos haciendo con "Fratelli Tutti". Nos adentramos en uno de los temas que el Papa Francisco nos propone: los caminos de la paz. En una encíclica sobre la fraternidad y la amistad social no podía faltar una reflexión sobre cómo construir los caminos que nos llevan a la paz, a superar las divisiones y que favorezcan la comunión entre todos los pueblos. En este episodio número 60, el Papa Francisco nos invita a comportarnos seriamente para difundir una cultura de la tolerancia.

La cultura de la paz requiere una voluntad de reencuentro porque muchos de nosotros nos hemos ido separando, hemos empezado caminos particulares, personales, con nuestros propios criterios o egoísmos. Es necesario hacer una voluntad de parar, mirar al rededor y buscar a aquellos con los que nos hemos separado. El Papa Francisco para difundir esta cultura de la tolerancia, convivencia y paz propone cuatro puntos importantes:

El primero, una reconciliación verdadera desde el corazón dándonos cuenta de que es mucho más lo que nos une, que lo que nos separa. Las cosas que nos separan no son propiamente de nuestro corazón, sino que nos vienen de fuera. Después, pide el Papa Francisco, un proyecto común que no anule al individuo. Esto es muy importante cuando las grandes instituciones, las cuestiones políticas o económicas se han puesto por encima de las personas. Nos pide que para reencontrar caminos de paz y de convivencia hay que mirar proyectos comunes, pero en los que el individuo tiene protagonismo.

El tercer punto es reconocer, garantizar, reconstruir la dignidad de todas las personas y darse cuenta de que todos tenemos un valor infinitivo. Simplemente por el mero hecho de ser personas. Y por último, tenemos que optar por los más pobres y los descartados.

Las cuatro claves que permiten renovar una cultura de la paz y de la tolerancia

En muchos lugares del mundo hace falta que se reconstruyan estos caminos de paz para cicatrizar heridas que se han ido creando a lo largo del tiempo. Por eso, el Papa invita a redescubrirnos a nosotros mismos como artesanos de la paz, es decir, personas que se comprometen para ir edificando personalmente la paz, dispuestas a generar procesos que sanan y que buscan el reencuentro con ingenuo o audacia.

El Papa Francisco dice que el camino de la paz necesita anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos. En los lugares en los que nos encontramos lo anterior las personas viven en paz. Pero, solo puede lograrse cuando luchamos por la justicia, ya sea por medio del diálogo, del desarrollo mutuo o de la reconciliación.

¿De dónde nos sale a nosotros este compromiso por el bien de todos y de la paz?

Para los cristianos el compromiso nace del mismo ejemplo de Jesucristo. Él siempre rechaza la violencia la intolerancia y ama al prójimo. En ese amor mutuo somos reconocibles. Esta propuesta cristiana la hace en un mundo que está rodeado de guerras, atentados y persecuciones. El Papa lo ha dicho varias veces, "vivimos una tercera guerra mundial por etapas".

Esa falta de paz hace que los sentimientos de vivir y pertenecer a una misma humanidad se van haciendo más débiles. La justicia y la paz parecen una utopía y nos puede llevar a nosotros a la indiferencia. Por ello, tenemos que salir de esta y crear los caminos de la paz. Francisco pide que Dios prepare nuestros corazones para encontrarnos con los hermanos más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura o religión. Nos pide que seamos artesanos de la paz.

En ocasiones la búsqueda de la paz se pretende garantizar con una falsa seguridad. Además de las personas hace falta que se involucren las instituciones de la sociedad. Cada uno de nosotros puede ser un fermento eficaz con su propio estilo de vida para conseguir la paz. Algunas veces las parroquias sirven de punto de encuentro entre las familias que están desunidas o entre personas que se sienten agredidas de uno u otro lado. Por ejemplo, en Estados Unidos a veces hay conflictos raciales. La parroquia es un buen motor para la creación de caminos de la paz en los lugares.

Recuerdo como un obispo de Camerún, en el Sínodo de los jóvenes, me decía que él notaba y encontraba en sus parroquias lugares de paz. Además, los jóvenes acuden allí porque pueden crecer y desarrollarse como personas. Otro punto del que nos habla el Santo Padre es un clásico de su vida y de su predicación: crear una cultura del encuentro.

El Papa advierte que la paz social se debe sostener sobre la cultura del encuentro. Aunque esto sea más trabajoso, se puede imponer la paz desde fuera o se puede hacer crecer desde dentro de la propia sociedad. El Papa Francisco dice: "Armemos a nuestros hijos con las armas del diálogo, enseñemos la buena batalla del encuentro". Esta cultura del encuentro y diálogo nos hace reconocer en cada ser humano a un hermano con el que se puede crear una amistad social que nos integra a todos.

El Papa Francisco pide pacificar la sociedad, es decir, que hagamos un esfuerzo para que en nuestro entorno se creen nuevas vías para afrontar los problemas de nuestro mundo y renovar desde el interior las estructuras de este mundo. El camino más eficaz para pacificar la sociedad es la caridad. Con un movimiento nuevo, se puedo acabar construyendo un mundo nuevo.

Si queremos una sociedad en paz hay que empezar desde los últimos, los más necesitados. Sin igualdad de oportunidades siempre encontrarán en ellos un calvo de cultivo perfecto para la guerra, explotación u odio. El proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo, es un trabajo paciente que busca honrar la memoria de las víctimas, que se abre a una esperanza común. Estamos hablando de una mirada a todos los que sufren, desde la verdad de la justicia y la misericordia. Con la ayuda de Dios es posible construir un mundo de paz y así salvarnos todos juntos.