Las vías para dar limosna a los más necesitados y que quizás nunca habías pensado

En el podcast 'Siempre aprendiendo' de Josetxo Vera conocemos más de cerca la limosna, una de las herramientas para la conversión

Josetxo Vera

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La limosna es la tercera herramienta operativa para cambiar nuestro corazón en este tiempo de Cuaresma confinada que estamos viviendo. Es un signo auténtico de conversión, porque significa visiblemente hacerse cargo de la necesidad del otro. En el podcast 'Siempre aprendiendo' del periodista y sacerdote Josetxo Vera, hacemos referencia a la limosna. 

Hacer limosna es un mandato explícito del Señor.  Él mismo  explica cómo hay que hacerla: “Que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda”. Nos está hablando el Señor de la necesidad de hacer limosna. Nos pone en valor a muchas personas que piden limosna. Acordaros de aquella mujer que dio en el templo todo lo que tenía para vivir, y el Señor le pondera con mucha fuerza.

El Señor nos habla de que hay que hacer limosna, pero es que, además, al mismo tiempo, hay mucha gente que ha hecho de pedir limosna una profesión, una profesión más o menos lucrativa. Hay gente que tiene su puesto, su negocio, su horario de trabajo, sus días de vacaciones haciendo limosna. Y eso nos corroe por dentro y al final decimos, “nada de dar limosna”, pero el Señor lo ha mandado. Al final, tenemos por un lado el mandato del Señor y, por otro lado, personas que han hecho de esto una profesión.

¿Qué es la limosna en la Biblia?

La Biblia nos dice que la limosna es una herramienta necesaria para la conversión. No es una cuestión de justicia social, que también, sino de conversión religiosa. No hay verdadera religión si no se sale al cuidado de lo más necesitados. No se puede rezar varias horas en misa y luego no preocuparse de los más necesitados que están en la puerta. En hebreo se utiliza la misma palabra para decir limosna y para decir justicia: la “Sadaqa”. Digamos que hacer limosna es hacer justicia. Por tanto, la necesidad de hacer limosna es imprescindible.

Un amigo mío dice, en tono menos solemne, pero que también es muy claro, que la verdadera conversión se nota en el bolsillo. O sea, se sabe cuando en realidad te has convertido cuando te has puesto de cara al Señor, cuando tu bolsillo se resiente, y es verdad porque en el bolsillo solemos llevar uno de nuestros afectos menos ordenados y uno de los que más nos desordena, que es la cartera, la tarjeta del banco, el móvil para pagar. Si la conversión no lo nota nuestra cuenta corriente, es que nuestra conversión es poco corriente. 

 Por tanto la primera idea es que, efectivamente, dar limosna es un signo valioso de conversión. Hace visible mi deseo interior, mi propósito interno de hacer justicia, de servir a los demás, de compartir los bienes con las personas necesitadas y eso siempre está bien, siempre es posible y siempre nos hace humanos.

Hay una frase que también dice el Señor en la Sagrada Escritura. El Señor nos dice que a “los pobres siempre los tendremos con nosotros”. Ojo, esto no quiere decir que no haya que luchar contra la pobreza, por supuesto hay que trabajar por la justicia, hay que buscar que la gente tenga trabajo, vivienda, alimento, que se acabe la estructura del pecado que oprime a tanta gente en la pobreza. Por supuesto que hay que hacerlo. Y todo lo que hagamos en esa dirección será valioso.

¿Pero cómo podemos dar limosna? 

Una persona puede sentir que no está en condiciones de hacer limosna, pero creo que quien piensa eso se equivoca. Os voy a proponer como cuatro caminos para realizar limosna;

-La primera, la más evidente es la que sale del bolsillo, la limosna económica. Dar el dinero que tenemos a otro que lo necesita, que lo necesita más que nosotros. Se entiende que nosotros también necesitamos el dinero, pero podemos encontrar a gente que lo necesita más que nosotros. 

- Otra clase de limosna es que siempre tenemos algo valioso que dar, que a lo mejor no es dinero. Por ejemplo, nuestros conocimientos. Podemos compartir lo que sabemos. Hay mucha gente necesitada de conocimiento, que les enseñes algo, de que compartas tu sabiduría. Dar clases particulares, por ejemplo, dar apoyo escolar en la parroquia o en algún grupo de Cáritas. Enseñar español a los inmigrantes. Son ideas de limosnas muy valiosas que podemos dar. Quizás ahora no podemos salir en estos días de confinamiento, pero tenemos Internet para dar clases por video o por conferencia.

- La tercera vía es hacer limosna con nuestros dones. Hay gente que es muy alegre, muy simpática, muy mañosa con los arreglos. Mirar a ver qué dones tengo yo para compartir con las personas. Somos capaces de acompañar muy bien a los que están solos, somos gente alegre. Pongamos ese servicio al servicio de los demás. 

- Dar tiempo es la cuarta manera. Todos tenemos tiempo, y es lo más valioso que tenemos. Esta limosna de nuestro tiempo en favor de los que nos rodean, es muy valioso. Dar el tiempo nos permite acompañar a los enfermos, nos permite visitar a los que están solos, nos permite hacer la compra a nuestros vecinos. Sobre todo, nos permite convertirnos, dar el tiempo. Aquí conviene recordar que lo que hacemos al pobre, se lo hacemos a Jesucristo.

Yo creo que se puede ayudar con una limosna de dinero a quien conocemos bien, a quien sabemos que no tiene otro modo de alcanzar recursos. Quizás un vecino o un familiar, personas que quizás no lo piden, pero que nosotros tenemos seguridad que los necesitan. Ayudar también con limosna económica a las instituciones que sabemos son de fiar. A Cáritas, por ejemplo. A Manos Unidas. Estas instituciones no solo ayudan a los pobres, sino que los promocionan, les empuja a seguir adelante.

Y a todo el mundo podemos ayudar con nuestro tiempo, nuestro conocimiento, los dones que hemos recibido. Allí sí que podemos hacer una gran limosna diaria, y sin complejos, sin temores. Yo creo que es un camino bonito el de la limosna.