¿Cómo puedo conseguir establecer un diálogo con Dios real y verdadero?
En el podcast 'Siempre aprendiendo' del sacerdote y periodista Josetxo Vera, nos explica la importancia de la oración entre los cristianos
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En medio de la crisis del coronavirus, el periodo de Cuaresma sigue avanzando, tal y como nos recuerda el periodista y sacerdote Josetxo Vera, en su podcast 'Siempre aprendiendo', donde ha abordado la importancia de la oración entre los cristianos.
Y es que en Cuaresma, la Iglesia nos invita a utilizar tres medios para conseguir dar un paso más en nuestra conversión: la oración, el ayuno y la limosna. Centrándonos en la primera de ellas, la oración, es necesario comenzar preguntándonos: ¿Qué es? ¿Cómo se hace? ¿De qué se trata? ¿Por qué es tan importante la oración para la vida de los cristianos?
La importancia de la oración
Todos sabemos qué es respirar y lo importante que es para la vida. Pues, la oración, es lo mismo para la vida del alma. Una persona que no reza condena su vida espiritual, ya que acaba muriendo por inanición. No sabemos cuánto dura el alma sin orar, pero tiene la misma importancia y somos conscientes de que el alma también puede morir por el pecado, pero también por inanición. Por falta de uso. Por falta de oración.
En Cuaresma, la Iglesia nos invita a la conversión y, una herramienta fundamental para esa conversión, es la oración, es decir, hablar con Dios. Y el contenido de ese diálogo es entre el Señor y tú. Ese diálogo te sugiere muchas cosas que tienes que cambiar, cosas que hay que dejar, cosas que hay que retomar de tu vida.
Se trata de unirnos a Jesús, de hablar con Él. Santa Teresita del Niño Jesús decía que “orar es un impulso del corazón”. Algo que brota de dentro y dice “tengo que estar contigo”. Santa Teresa de Ávila decía que “orar es hablar de amor, con quien sabemos que nos ama”. Orar es hablar. Hablar con Dios, hablar con Jesús. ¿De qué? De Él y de ti. Está claro que la oración es una relación entre personas, unas están en la Tierra y otras están en el Cielo (Dios, la Virgen, los santos). A través de ellos también podemos hacer oración.
Elementos a tener en cuenta antes de rezar
La vida de un alma crece con la oración. Pero hay muchas personas que no saben rezar, que no saben como ponerse delante de Dios, no saben cómo hablar con Él. Algunos consejos nos pueden ayudar para la oración;
El tiempo y el lugar: Vale la pena que te cites con el Señor. Que tengas una cita con Él. El Señor siempre te está esperando con toda su divinidad y con toda su humanidad, a cualquier hora del día y de la noche. Así que Él no tiene problema de agenda pero a veces sí lo tienes, por lo que el tiempo lo marcamos nosotros.
El tiempo de nuestra oración: Puede ser un buen momento para hablar con el Señor al comienzo del día. Cuando hay silencio, no hay Whatsapp, nadie te llama, nadie te reclama. También es un buen momento el final del día, con la casa en calma. Es cuestión de agenda y de calendario.
La duración: ¿Cuánto tiempo voy a rezar? Si uno está empezando quizá lo mejor con diez minutos vale. Ya cuando voy dándome cuenta de que Él está, que Él me escucha, que Él quiere estar conmigo, de que Él me está esperando, a lo mejor puedo estar más tiempo.
Dónde rezar: ¿Dónde puedo estar tranquilo? En cualquier parte. La respuesta es fácil. Se puede rezar en cualquier parte. El sitio ideal es donde Él está. Es donde está Jesús. El sitio ideal es una capilla, una iglesia, un monasterio. No es difícil encontrar un lugar al que ir a rezar. Si no puedes ir a la capilla, entonces hay que adaptarse. Cada uno en su casa, en un lugar tranquilo, ante alguna imagen del Señor o de la Virgen. Quizás en la naturaleza, en contacto con la creación que Dios ha puesto allí.
Cómo rezar: Hay que centrarse, rebajar el ruido interior, despejar las preocupaciones que tenemos. Es necesario apagar el móvil. A veces perdemos el sentido y cogemos la llamada que no se está haciendo el jefe sin darnos cuenta de que estamos delante de Dios todopoderoso. No pasa nada, no se le coge al jefe y al rato se le dice “Perdona es que estaba hablando con Dios”.
Después de centrarnos y de parar un poco el ruido, de tomar consciencia de la presencia de Jesús, hay que saludarle y darle gracias por su presencia. A partir de ahí empieza el diálogo. Lo que tú le quieres decir y lo que Él te quiere decir. Tienes que ponerle en sus manos tus preocupaciones, las peticiones, las acciones de gracia. Escuchar lo que Él te tiene que decir es un poco más difícil. Necesitas un cierto entrenamiento, un cierto hábito, reconocerle, saber qué lenguaje usa contigo. Es descubrirlo en tu corazón. Darnos cuenta de dónde está Dios y de que nos está diciendo. A veces es una inquietud que surge de pronto, una llamada, una idea un poco alocada que uno dice “estoy aquí en la oración y me viene esta idea, ¿esto vendrá de Dios?”
Ese diálogo puede durar mucho tiempo. Después viene el agradecimiento, la despedida, darle gracias por la cita. Como en las reuniones de trabajo hacer una pequeña síntesis de las ideas. ¿Cuáles han sido los propósitos? ¿En qué hemos quedado? ¿Qué acuerdo hemos tomado? ¿Qué he decidido yo para mi vida? ¿Qué me he propuesto cambiar? En el mismo contexto puedes hablar con la Virgen María, que es la mediadora de todas las gracias. Cuando tenemos una petición, vale la pena quedar con la Virgen María porque ella es Madre de Dios, ella se lo puede pedir a Dios. También con los santos que interceden por ti.
La experiencia del pequeño Colton Burpo
Algunos santos son conocidos a los que se encomienda mucha gente. Hay otros que están desocupados porque no los conoce nadie. Un ejemplo de ello es la bella historia de Colton Burpo, un niño que fue sometido a una operación y estuvo a punto de morir con cuatro años. El pequeño vio el Cielo y estuvo con Jesús, con la Virgen María, con los ángeles y vio cómo sus padres hablaban por teléfono y luego les contó la historia.
Colton explicaba que en el Cielo se encontró con un hermano suyo que había muerto en un aborto natural. Colton desconocía su existencia y, cuando volvió a la vida después de esa operación tan complicada, se lo contó a sus padres, “he estado con un hermano mio...”. Sus padres no le habían dicho que él había tenido un hermano y que había muerto antes de nacer.
A ese niño nadie le pide nada, porque nadie sabía que estaba en el Cielo. A lo mejor un hermano que hemos conocido, un niño pequeño, le podemos pedir cosas especiales.