EN LA MARATÓN

El gran ejemplo de superación de la butanesa Ihamo: La imagen de los Juegos que todos aplauden

Ihamo se paró en el kilómetro 35 y llegó a meta casi andando y a hora y media de la ganadora, pero quiso acabar la prueba y se convierte en un ejemplo por su tesón y esfuerzo.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La neerlandesa de origen etíope Sifan Hassan, con un tiempo de 2h22:55, se llevó la medalla de oro en el maratón femenino de los Juegos de París, con récord olímpico. Llegó a la capital francesa con el objetivo de defender sus títulos olímpicos de 5.000 y 10.000 metros, añadiendo a esas dos distancias el maratón en busca del triplete de medallas como hizo hace 72 años el checo Emil Zatopek.

El reto lo cumplió aunque no pudo ser con triplete de oros. En los 5.000 y 10.000 se llevó dos bronces y para el maratón, apenas 34 horas después de correr por última vez en la pista del Estadio de Francia, se volvió a calzar las zapatillas para dar un recital sobre el asfalto de París.

La neerlandesa llegó a la meta en los Inválidos con el público asistente puesto en pie para reconocer su gesta. Al final paró el crono en 2h22:55, mejorando el anterior récord olímpico, que estaba en posesión de la etíope Tiki Gelana, con 2h23:07, desde el 5 de agosto de 2012 en Londres. Segunda fue Tigst Assefa, a solo tres segundos, y tercera la keniana Hellen Obiri, que, con 2h23:10, realizó marca personal.

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Pasaba 1 hora y media desde que Hassan había cruzado la línea de meta cuando llegaba a la misma la otra gran ganadora de la prueba, la butanesa Kinzang Ihamo que tardó casi 4 horas en recorrer los 42 kilómetros y 195 metros durísimos por las calles de París. A la asiática se le atragantaron las subidas y el calor extremo, podría haberse parado, pero no quiso hacerlo.

En el kilómetro 35 comenzó a andar porque su intención era llegar a meta y lo hizo. Ovacionada y acompañada en los últimos kilómetros de la misma, que recorrió casi andando, su tesón y coraje le hicieron acabar donde otros muchos se hubieran rendido demostrando que nadie debe darse por vencido.