EN TIEMPO DE JUEGO
Las lágrimas de Carolina Marín y de España: "No puede ser..."
Así vivimos en Tiempo de Juego la lesión de Carolina Marín en el partido de semifinales y sus lágrimas que han roto el corazón a millones de españoles.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El mundo del deporte no suele ser justo, pero quién pelea y trabaja suele tener una segunda oportunidad. Ese era el caso de Carolina Marín. La española, una loba, que puso en el mapa una disciplina como el bádminton sin arraigo en nuestro país, había renacido cual ave fenix y peleaba por entrar en la final olímpica.
Lo acariciaba con los dedos, era un ciclón en la pista, pero el destino no quería que volviera a sonreír. La mala suerte se cebó con ella y rompió el corazón de millones de españoles. Estaba a 11 puntos de volver a luchar por el oro que ya se colgó en 2016 en Río de Janeiro cuando al intentar alcanzar un volante su rodilla se dobló.
Su manera de taparse la cara con las manos, sus gritos, su inmovilidad en el suelo indicaron que la lesión era seria. En ese momento se cortó la respiración de todos los presentes en el pabellón y de los que veían el partido desde sus casas. Su desolación era incontenible y su llanto desgarrador. No paraba de repetir no puede ser, no puede ser.
Asistida inmediatamente por los servicios médicos y por su entrenador, Fernando Rivas, tardó varios minutos en poder acercarse con ayuda al banquillo. Allí le pusieron una aparatosa rodillera y, cojeando, regresó a la cancha. Intentó jugar dos puntos más, pero no podía desplazarse. Se arrodilló sobre la cancha, metió la cabeza entre los brazos y lloró sin descanso, abrazada por Rivas y por todo el estadio, que la despidió puesto en pie, con una gran ovación y con el corazón encogido. El final más injusto para una campeona que siempre tendrá su lugar merecido en lo más alto del Olimpo español del deporte.