UN PRESIDENTE DE ÉPOCA

Las mejores anécdotas de Lopera: Halloween, la boda de Joaquín y el Betis libre que salió de la UVI

Manuel Ruiz de Lopera dejó momentos gloriosos durante su etapa al frente del Betis. Desde la anécdota con Carlos Herrera y el difunto seguidor hasta la salvación del club.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Manuel Ruiz de Lopera, fallecido en la noche de este sábado a los 79 años, ha sido un personaje indefinible que le dio la impronta de su personalidad al club de Heliópolis durante casi un cuarto de siglo de algunas luces deportivas, muchas sombras en la gestión y una omnipresencia para lo bueno y lo malo, presente o ausente, cerca o lejos, activo o pasivo, y siempre en el foco de seguidores y detractores.

Lopera es por derecho propio una de las caras de un fútbol de otro tiempo, marcado por presidencias 'ostentóreas', en terminología creativa de Jesús Gil al fusionar ostentoso y estentóreo, y de la que formaron parte personajes como Caneda, Joan Gaspart y, en clave más pintoresca, José María Ruiz Mateos y su mujer, María Teresa Rivero.

Fiel a un estilo rocoso y arriscado de empresario hecho a sí mismo desde muy abajo, Manuel Ruiz de Lopera ha estado pleiteando hasta el final por las que consideraba que eran sus acciones pese a que alcanzó en 2017 un acuerdo con asociaciones de accionistas para poner fin a un largo proceso judicial que él no dio, a pesar de ello, por terminado.

Un presidente de otra época

Con un sentido patrimonialista del Betis, le llevó a cambiar el nombre al Benito Villamarín por el suyo -inaugurado parcialmente el 1 de enero de 2000 con todas las fuerzas vivas de la autonomía y la ciudad presentes- porque "este acero, este hormigón lleva mi sangre. Esta sangre se la doy al beticismo", según dijo antes de acuñar otro de sus hallazgos para la posteridad, ése de que el beticismo tenía "acolapsada La Palmera", la avenida en cuyo final juega el equipo verdiblanco.

Bajo la hojarasca del folclore y lo florido de su lenguaje único de disparates y hallazgos, el que hizo que existiera un diccionario 'Español-Lopera, Lopera-Español', siempre hubo un empresario duro y con un peculiar sentido del dinero que marcó la gestión del Betis y un anecdotario interminable, cierto o apócrifo.

Un sinfín de anécdotas

Dueño de un estilo de arrabal y de terceras vías como las impagables de 'Llérida', 'un tal Frigo' (entre helado y Luis Figo), la 'Júver' ( de Turin) o 'las islas Feroces', como le dijo a un directivo suyo tras un sorteo europeo. Pero Manuel Ruiz de Lopera pasó de la gloria a los infiernos desde que, en una arenga desde el balcón del Villamarín tras el ascenso de 1992 afirmó aquello de 'estábamos en la UVI' y que 'yo os entrego un Betis libre, limpio, en Primera, de ustedes, Viva el Betis'.

Con fama de duro negociador y de exasperar a sus interlocutores en interminables sesiones de resistencia, hizo gala también de un acentuado sentido teatral en anécdotas como la del hijo que quería ir con las cenizas de su padre muerto en un bote de 'melocotón en dulce' y, como no podía ser, se buscó la salida del 'envase de Puleva'.

O el vodevil en el que se arrogó la salvación del Betis, o su pelea con el presidente del Sevilla Luis Cuervas antes de un derbi; o la famosa fiesta de 'Halloween' de Benjamín Zarandona en la que el mandatario se presentó por sorpresa y, ante la mayúscula de los asistentes, alguno acabó, como el brasileño Denilson de Oliveira -"un jugador que para que nos lo quiten tienen que cerrar un banco"-, descolgándose por un balcón porque 'si me ve, no me paga'.

Impagable también fue el suceso con Joaquín, la gran estrella del Betis, a cuya boda llevó la Copa del Rey conquistada en 2015 y que acabó traspasado al Valencia, previo paso por el Albacete al que obligó a acudir para presionar en las negociaciones. Así era Lopera un hombre que tenía un teatro en su propia casa en el que llegó a ofrecer un discurso de Navidad a los béticos, un perro llamado Hugo al que adoraba y una devoción inquebrantable al Señor del Gran Poder y la Virgen de Fátima de la que tenía "una copia auténtica".

La estrella del mandatario comenzó a declinar tras ganar la Copa del Rey en 2005, no hacer un equipo competitivo para la Liga de Campeones para la que se había clasificado ese año e ir dando tumbos hasta el descenso de 2009, lo que provocó que más de 60.000 béticos se manifestaran en Sevila al grito de 'Lopera vete ya'.

El ciclo de Lopera había tocado a su fin, el estadio volvió a llamarse Benito Villamarín y empezaba el proceso judicial que ha llegado hasta treinta años más tarde de la escena del balcón, cuando dijo aquello de 'un Betis libre, limpio, en Primera, de ustedes', la impronta de una época que se ha ido en la madrugada de este domingo de marzo.