REGINA COELI DEL DOMINGO, 23 DE ABRIL DE 2017

La Misericordia del Resucitado debe abrir nuestros corazones

Miles de peregrinos han acudido esta mediodía al Regina Coeli de este II Domingo de Pascua y último día de la Octava Pascual, Fiesta de la Divina Misericordia, instituída por San Juan Pablo II. 

Papa Francisco

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El Papa Francisco recordó la «bella intuición» - «inspirada por el Espíritu Santo» - de San Juan Pablo II, que, en el Jubileo del Año 2000, instituyó que la Iglesia universal dedicara el Segundo Domingo de Pascua a la Divina Misericordia.

Introduciendo el rezo del Regina Coeli, el Obispo de Roma hizo hincapié en que «Jesús Resucitado ha transmitido a su Iglesia, como primera tarea, su misma misión de llevar a todos el anuncio concreto del perdón. Este signo visible de su misericordia lleva consigo la paz del corazón y la alegría del encuentro renovado con el Señor».

«La misericordia en la luz de la Pascua, se deja percibir como una verdadera forma de conocimiento del misterio que vivimos»

Destacando la importancia de experimentar la misericordia, que «abre la puerta de la mente,  para comprender mejor el misterio de Dios y de nuestra existencia personal», el Papa señaló que «hace comprender que la violencia, el rencor, la venganza no tienen sentido alguno y que la primera víctima es la que vive con estos sentimientos, porque se priva de su propia dignidad».

En este contexto, el Santo Padre subrayó que «la misericordia abre también la puerta del corazón y permite expresar cercanía, sobre todo a cuantos están solos y marginados, porque los hace sentir hermanos e hijos de un solo Padre».

«La misericordia, en resumen, nos compromete a todos a ser instrumentos de justicia, de reconciliación y de paz», reiteró el Papa invitando a no olvidar nunca que «la misericordia es la clave en la vida de fe y la forma concreta con la que damos visibilidad a la resurrección de Jesús».

Para luego invocar a María, Madre de la Misericordia, para que «nos ayude a creer y a vivir con alegría todo esto».

Queridos  hermanos y hermanas,

Ayer en Oviedo, España, ha sido proclamado Beato el sacerdote Luis Antonio Rosa Ormières. Vivió en el siglo XIX, gastando sus muchas cualidades humanas y espirituales en el servicio de la educación, y por esto fundó la Congregación de las Hermanas del Ángel de la Guarda. Que su ejemplo y su intercesión ayuden de forma particular a cuantos trabajan en la escuela y en el campo educativo.

Saludo cordialmente a todos ustedes, fieles romanos y peregrinos de Italia y de tantos Países, en especial a la Confraternidad de San Sebastián de Kerkrade (Holanda), el Nigerian Catholic Secretariat y la parroquia Liebfrauen de Bocholt (Alemania).

Saludo a los peregrinos polacos, y expreso vivo aprecio por la iniciativa de Caritas Polonia en apoyo de muchas familias en Siria. Doy un saludo especial a los devotos de la Divina Misericordia reunidos hoy en la iglesia de Santo Spirito in Sassia, así como también a los participantes en la “Carrera por la Paz”: una estafeta que parte hoy desde esta Plaza para llegar hasta Wittenberg, en Alemania.

Saludo a los numerosos grupos de chicos, especialmente confirmados o confirmandos: de las Diócesis de Piacenza-Bobbio, Trento, Cúneo, Milán, Lodi, Cremona, Bérgamo, Brescia y Vicenza. Y también a la Escuela “Masaccio” de Treviso y el Instituto “San Carpóforo” de Como.

Finalmente  agradezco a  todos aquellos que en  este período me han enviado mensajes de saludo por Pascua. Los correspondo cordialmente invocando para cada uno y para cada familia la gracia del Señor Resucitado. Buen domingo, y no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

Temas relacionados