La nueva Beata Guadalupe Ortiz de Landázuri
11000 personas abarrotan Vistalegre para ver subir a los altares
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Guadalupe Ortiz de Landázuri nació en Madrid el 12 de diciembre de 1916. Día de la Virgen de Guadalupe mexicana. Y esa casualidad se convirtió en Providencia ya que 38 años después llegó a México para comenzar la labor del Opus Dei en el país.
Pero volvamos al principio. Cumplidos Guadalupe los 10 años su familia se traslada al norte de África, a Tetuán, pues su padre era militar. Quien la conoció entonces ya veía en ella dos rasgos muy marcados en su personalidad: su reciedumbre y su valentía. Y al entrar en contacto con otra cultura como la magrebí tan joven, se convirtió en una persona acogedora, que acepta al otro, al que es diferente, para buscar lo que todos tenemos en común. Que somos hijos de Dios. Volvió a Madrid donde acabó el bachillerato.
En 1933 se matricula en la carrera de Ciencias Químicas en la Universidad Central, en la Complutense. Era una de 5 mujeres en una clase de 70 alumnos. Después vino la Guerra Civil. Su padre fue prisionero y después condenado a ser fusilado. Guadalupe pasó a su lado las últimas horas de vida. Pudo despedirse de él junto a su madre y su hermano Eduardo. Le dieron serenidad en esos duros momentos y perdonó de corazón a los que condenaron a su padre.
Guadalupe se doctoró en Químicas y un domingo de 1944 se sintió tocada por Dios durante la Santa Misa. Poco después a través de un amigo conoció a un joven sacerdote, fundador del Opus Dei. San Josemaría Escrivá de Balaguer. Guadalupe pidió la admisión al Opus Dei el 19 de marzo de ese mismo año. Tenía 27 años. Fue él, San Josemaría, quien envió a Guadalupe a México para comenzar allí a trabajar para expandir el Opus Dei, camino de santificación en el trabajo profesional y en los deberes ordinarios del cristiano. Se encomienda a la Guadalupana y llega a México el 5 de marzo de 1950.
Vivió sembrando paz allá donde pisaba. Siempre pendiente de los demás, atendiendo a sus hermanas mexicanas y con un ojo puesto en su carrera científica, que durante toda su vida siguió practicando e investigando. Recibió el premio Juan de la Cierva por sus publicaciones sobre refractarios aislantes y el valor de las cenizas de la cascarilla de arroz. Una mujer profesional a la vanguardia de su sector.
Después comenzó a sentir una dolencia cardíaca por la que fue operada en Madrid. Pero no pudo vencerla y murió en Pamplona el 16 de julio de 1975.
Este sábado la doctora Guadalupe Ortiz de Landázuri y Heredia se ha convertido en la primera laica del Opus Dei en subir a los altares. La primera mujer Beata de la Prelatura.
Después del decreto leído por el Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, ha comenzado el aplauso masivo que parecía interminable mientras poco a poco caía una de las telas detrás del altar, a un lado del retablo, y detrás se ha ido mostrando el lienzo con el rostro de la ya Beata Guadalupe Ortiz de Landázuri.
Durante la homilía, el Cardenal Becciu ha recorrido su vida, recordando qué bello y atrayente es poseer la capacidad de escuchar y una actitud siempre alegre incluso en las situaciones más dolorosas. También que el corazón de Guadalupe estuvo siempre abierto a las necesidades del prójimo. Y que eso se traducía en una actitud de acogida y comprensión. El Cardenal ha presentado a Guadalupe como un modelo de mujer cristiana “siempre comprometida allí donde el designio de Dios quiso que estuviera, especialmente en lo social y en la investigación científica. En definitiva, fue un don para toda la Iglesia".
Que su vida “ha sido iluminada solo por la fidelidad al Evangelio. Poliédrica y perspicaz, ha sido luz para aquellos que ha encontrado a lo largo de su existencia".Que comunica "a los cristianos de hoy que es posible armonizar la oración y la acción, la contemplación y el trabajo, según un estilo de vida que nos lleva a fiarnos de Dios". "Su coraje y alegría de vivir –afirmó– procedían de su abandono en Dios". Y que Guadalupe "es para nosotros un modelo de cómo mostrar esta luz que es Cristo y cómo transmitirla a los hermanos".
Ha recordado su "intenso apostolado en distintos lugares, estrechando con facilidad y por todas partes lazos de amistad con jóvenes, que eran edificadas con su fe, su piedad, su caridad y su alegría sana y contagiosa. Había ya comprendido que la unión con Dios no podía limitarse al momento de la oración en una capilla, sino que toda la jornada se presentaba como una ocasión para intensificar su trato con el Señor". Según el cardenal italiano, una característica espiritual de Guadalupe era "la de transformar en oración todo lo que hacía. Y ha leído la frase que más le gustaba repetir a la Beata: «los pies en la tierra pero mirando siempre al cielo, para ver luego más claro lo que pasa junto a nosotros»".
Milagro de Guadalupe
“Eso es poca cosa para ti”. Con estas palabras Antonio Jesús Sedano invocó e forma espontánea, pero con mucha fe a la ahora Beata Guadalupe. La Santa Sede le atribuye la curación milagrosa de un tumor maligno de piel que apareció en 2002 en el ángulo interno del ojo derecho. Una lesión que generó en Antonio problemas de visión. El carcinoma basocelular requería cirugía, pero el tumor empeoraba y con ello la intranquilidad de Sedano. Fue la casualidad la que hizo que se topara con una estampa de Guadalupe. Enseguida surgió una simpatía personal y espiritual hacia ella.
“Tú puedes hacerlo, haz que yo no tenga que ser operado”. Antonio se durmió sin interrupciones y a la mañana siguiente despertó sereno y sin rastro de la lesión en el ojo. La curación fue confirmada por los médicos. Antonio Jesús Sedano falleció a los 88 años de edad, 12 años después de la curación, a causa de una patología cardiaca.
La luz de Guadalupe ilumina Vistalegre
El Palacio de Vistalegre se ha quedado pequeño para dar cobijo a las 11.000 personas que hoy han acompañado a Gaudalupe en su ascenso a los Altares. La imagen de una Beata sonriente ha presidido el recinto. Un retrato que recuerda su alegría sana y contagiosa, su humildad y el coraje de una mujer que no se detuvo ante un corazón frágil. Esa alegría y ese empeño por evangelizar con entusiasmo sigue dejando huella como la que causé en Chus. Esta madrileña lleva tres décadas en Kenia. Allí ejerce su labor docente y se mira cada día en el espejo de Gaudalupe: “Llevo 30 años y no he hecho ni una décima parte de lo que Guadalupe hizo en seis años”.
Banderas de Perú, Chile, Polonia, Paraguay, España, Brasil, Ecuador, Portugal...México. La luz que desprendía Guadalupe sigue pilotando la labor evangelizadora que llega hasta los rincones más desfavorecidos. Las imperfecciones de la Beata siguen inspirando y entusiasmando, es el caso de Linda que ha acudido desde Kenia para sumarse a la celebración. Junto a ellas, varias miles de personas que hacen suya la cita que ha presidido esta solemne Causa: “Dios ama al que da con alegría”.