Carta del arzobispo de Barcelona: «Nuestra Iglesia diocesana»
En su escrito semanal, el cardenal Omella agradece a los fieles «vuestros corazones generosos que, con el apoyo económico, ayudan al sostenimiento de la Iglesia»
Madrid - Publicado el
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Este domingo celebramos el Día de la Iglesia diocesana. Desde hace muchos años, esta jornada, conocida en las diócesis catalanas como día de Germanor, es una invitación a vivir y a expresar con obras la fraternidad en el seno de las diócesis y también en el conjunto de la sociedad.
Coincidiendo con este día, se ha publicado un opúsculo titulado «Nuestra Iglesia»*, que ofrece una información detallada de los recursos humanos y materiales de la Iglesia diocesana y de cómo han sido empleados en el último año. Analizando toda la actividad que se compila, solo tengo palabras de agradecimiento. Venimos de unos tiempos convulsos, después de unos años de pandemia y varios conflictos sociales y económicos, que no han hecho más que aumentar la incertidumbre, la soledad, la pobreza y la injusticia. Sin embargo, gracias por formar parte de esta gran familia de creyentes, que es la Iglesia.
Gracias por vuestro tiempo, también pilar en la Iglesia, que cada uno dedica a su parroquia. Os expreso también mi agradecimiento por anunciar y vivir el Evangelio en el ambiente familiar y social. Me gustaría recalcar este regalo de gran magnitud, puesto que es el único recurso no renovable que tiene la humanidad. Cada minuto perdido es un tiempo menos de vida, pero cada minuto entregado se multiplica al ser compartido con vuestro hermano. ¡Cuánto bien nos hace el tiempo que dedicamos al servicio de los demás!
Gracias por vuestras cualidades. ¿Qué sería la Iglesia sin las cualidades de cada uno? ¿Qué sería de la sociedad sin vuestra entrega al bien común? Recordemos la parábola de los talentos (Mt 25,14-30). Nadie escapa de tener unos dones preciosos que el Señor le ha regalado para que den fruto. Tenemos la misión de descubrir qué dones y cualidades hemos recibido. Algunas personas tienen una amabilidad natural, otras el don de la alegría o el de la inteligencia, y cada uno aporta algo de lo que sabe y puede. Gracias por vuestras miradas, por ser evangelios «en camino» con vuestras obras, por ser testigos al servicio de Dios y de los demás.
† Juan José Omella Omella
Cardenal arzobispo de Barcelona