Carta del obispo de Astorga: «50 años del Archivo Histórico Diocesano»

Jesús Pulido se compromete a mantener la buena gestión, a la renovación material del edificio y a la actualización de los servicios informáticos de este «albergue para la memoria»

jesusfernandezgonzalez

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Al cumplir los 50 años del Archivo Histórico Diocesano, damos gracias a Dios y a las personas que han puesto en marcha y sostenido esta obra fundamental de la Curia diocesana: D. Augusto Quintana, su iniciador, D. José Manuel Sutil, su sucesor y, por supuesto, D. Miguel Ángel González, su actual director. Su conocimiento, cariño e interés se han hecho patentes con la publicación de la nueva revista “Notas de Archivo”. Y, por supuesto, gracias también a las personas que han trabajado y colaborado en él.

Gracias al trabajo realizado, se conserva la documentación del casi millar de parroquias que componen nuestra Iglesia particular y de otras muchas instituciones de renombre. Puesta a disposición del pueblo fiel, muchas personas, movidas por la curiosidad y por el amor a sus raíces, han podido realizar sus árboles genealógicos; otras han demostrado su antepasado hispano y han visto abiertas las puertas de su nacionalización con la posibilidad de labrarse una vida mejor; otras han encontrado datos para tejer la historia sin caer en la tentación de reescribirla o reinterpretarla a su gusto.

Ciertamente, la historia de la Diócesis va mucho más allá de los cincuenta años que estamos celebrando. Efectivamente, abarca dieciocho siglos desde aquel momento en que se estableció en este territorio una comunidad cristiana, bajo el pastoreo del obispo Basílides. Pero está claro que hace cincuenta años se comenzó a construir un albergue para la memoria, un lugar donde cualquier vestigio histórico relacionado con nuestra Iglesia encontró su aposento y cuidado.

La Iglesia que peregrina en Astorga tiene una larga y bendita historia. Con la conciencia clara de ser la continuadora de la misión de Jesucristo, se ha volcado en el anuncio del Evangelio, la celebración de la fe y el testimonio de la caridad y de la acción social. Su labor resulta palpable en los 1500 lugares de culto, los museos, los colegios, las instituciones de piedad popular, las obras caritativas y sociales…

Por supuesto, no me olvido de la institución cuyas Bodas de oro estamos celebrando. En el Archivo histórico está la huella divina y humana de lo vivido en esos espacios e instituciones. En sus archivos están inscritos por manos consagradas los bautismos de nuestros niños y la memoria de aquellos que, por la invocación del Espíritu Santo y la unción con el Santo Crisma, fueron confirmados en la fe en Jesucristo. En ellos también podremos encontrar los datos de las jóvenes parejas que contrajeron matrimonio y de aquellos, menos, que recibieron el ministerio ordenado. Y, en fin, en el Archivo, tampoco falta espacio para las partidas de defunción. Nuestro reconocimiento a los que han plasmado esta bella historia.

Y, en fin, no debo olvidarme de otros huéspedes: me refiero a los libros que dan cuenta de la administración de nuestras instituciones y que nos permiten conocer los medios utilizados para el sostenimiento del clero, las obras de mantenimiento y reforma de los edificios, los donativos recibidos y su destino, etc. De ahí podemos extraer datos muy relevantes para conocer la historia real de las personas, su devoción y su generosidad; también la historia de instituciones señeras y de los bienes materiales e inmateriales como son los legajos sobre los que duerme la belleza musical.

Al otro lado de la línea, se encuentra el futuro: el Archivo histórico mira hacia él. Como obispo de la Diócesis, quiero mostrar mi intención de promover su buena gestión, la renovación material del edificio y la actualización de los servicios informáticos. Con el apoyo y la colaboración de todos, espero hacerlo posible. Termino encomendando al Señor el futuro de nuestro apreciado y querido Archivo, contando con la intercesión de nuestro patrono Santo Toribio. Muchas gracias a todos. Que Dios os bendiga.

+ Jesús Fernández González

Obispo de Astorga