Carta del obispo de Astorga: «Gracias por tanto»

Hoy, damos gracias a Dios porque bendice nuestras pequeñas aportaciones, lo que permite a nuestra Iglesia mantener la actividad celebrativa, pastoral, evangelizadora y caritativa

jesusfernandezgonzalez

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Aquella gente a la que le faltaban líderes y guías lúcidos, aquellas personas que padecían distintas enfermedades, además, tenían hambre y estaban cansadas. Lo notaron hasta sus discípulos, que dijeron a Jesús que las despidiera para que fueran a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida. Pero Jesús les propuso un reto: “Dadles vosotros de comer”. No lo tenían fácil: eran unas cinco mil personas (cf. Lc 9, 10-17).

En una ocasión, el Maligno había tentado a Jesús pidiéndole que convirtiera las piedras en pan. Jesús rechazó la propuesta: no quería caer en el exhibicionismo y, además, prefería implicar a las personas en la solución de sus problemas. En este caso, contando con la generosidad de los que pusieron a disposición de Jesús y para beneficio de todos sus cinco panes y sus dos peces, el Señor realizó el milagro.

El próximo día 6 de noviembre se celebra el Día de la Iglesia Diocesana, bajo el lema: “Gracias por tanto”. Nuestra Iglesia diocesana es una gran familia en la que cada uno aporta algo para el bien de todos. Nosotros no hacemos ningún milagro, sólo ponemos nuestra oración, nuestro tiempo, nuestras cualidades, nuestros recursos materiales, a disposición del Señor y de su Iglesia.

El milagro lo hace él, de hecho, nuestra oración es escuchada y recibe cumplida respuesta, el tiempo que dedicamos a los demás, nos llena y nos hace sentir útiles, las cualidades que ponemos a disposición de la parroquia y de otras instituciones de Iglesia dan lugar a una comunidad rica en carismas y ministerios; y, en fin, el apoyo económico, permite el funcionamiento de los servicios y el mantenimiento de las infraestructuras materiales.

Hoy, damos gracias a Dios porque bendice nuestras pequeñas aportaciones, lo que permite a nuestra Iglesia mantener la actividad celebrativa, pastoral, evangelizadora, caritativa y asistencial. De este modo, sobre el cimiento que es Jesucristo, y bajo el impulso del Espíritu Santo, vamos edificando el templo vivo de Dios y llevando a cabo la misión que nos encomienda.

A Jesús le gustaba contar con las aportaciones de la gente; a nuestra Iglesia, también. Aprovechando la intuición del Concilio Vaticano II, el Papa Francisco nos invita a configurar una Iglesia sinodal en la que todos caminamos juntos. A ello ha de contribuir la renovación personal y pastoral que viene de la mano del Proyecto de las Unidades Pastorales que pusimos en marcha el curso pasado y terminaremos de implementar en el presente. Gracias a todos los que hacéis más fácil el camino a los demás. No puedo dejar de pensar en los catequistas, los moderadores de Celebraciones en Espera de Presbítero, los sacristanes, los miembros de los Consejos, las personas de la limpieza y el orden, los voluntarios de Cáritas, etc. A todos, ¡gracias por tanto!

¡Que Dios os lo pague! Recibid mi bendición.

+ Jesús Fernández González

Obispo de Astorga