Carta del obispo de Astorga: «Siempre hay una salida. Nos importas tú»
En su escrito de esta semena Jesús Fernández profundiza en el trabajo que desarrolla el Centro Astorgano y Leonés de Solidaridad en la diócesis
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En teoría, todos defendemos la dignidad humana y la libertad como uno de los ingredientes necesarios para que ésta sea respetada y promovida. Pero hay muchos elementos y situaciones de la vida que constituyen verdaderos atentados contra esta libertad. En este momento, fijamos la atención en algunos que, de forma silenciosa y dulzona, van conduciendo a millones de personas en todo el mundo hacia la dependencia: nos referimos a las adicciones.
Estas adicciones, no sólo degradan al ser humano, sino que obstaculizan y hasta impiden su desarrollo integral. La Iglesia, “experta en humanidad”, atendiendo a la grave preocupación social provocada por los estragos que las adicciones producían especialmente en los jóvenes, en el año 1981 constituyó el Centro Astorgano y Leonés de Solidaridad (CALS) y en el 1985 abrió el primer centro terapéutico en Cubillos del Sil. La Fundación que lo sostiene, en consorcio con Proyecto Hombre Bierzo-León, tiene como objetivo prioritario la atención integral a las personas con dependencias adictivas o en riesgo; y en general, el estudio e investigación, la prevención y erradicación de las dependencias adictivas y de las problemáticas conexas de carácter personal, familiar, sanitario y social, así como la inserción socio-laboral.
Desgraciadamente, en estos últimos tiempos, a las adicciones clásicas de la droga, el alcohol y el tabaco, se están añadiendo otras nuevas como el uso abusivo de Internet, los ordenadores, los teléfonos inteligentes y otros dispositivos electrónicos. Sin duda, estos artilugios han traído grandes beneficios a la humanidad, pero su capacidad seductora puede causar algún tipo de adicción con consecuencias negativas para la salud. Estos efectos negativos se advierten sobre todo en los jóvenes que, atraídos y arrastrados por ciertos contenidos pornográficos, lúdicos, violentos, son conducidos a la violencia física y sexual, a la ludopatía y, lo que es peor -como dice el Papa Francisco- los llevan a la “pérdida del sentido de la vida y, a veces, de la vida misma”.
En el discurso que el Santo Padre dirigía a los participantes en la Conferencia Internacional “Drogas y adicciones: un obstáculo para el desarrollo humano integral” (1.XI.2008), aludía a las raíces culturales de las adicciones. Hablaba del “clima secularizado, marcado por el capitalismo de consumo, la autosuficiencia, la pérdida de valores, el vacío existencial, la precariedad de los vínculos y las relaciones”.
Las diócesis de León y de Astorga, junto con los Hermanos de la Salle, patronos también de la Fundación, en comunión con la Iglesia universal que, desde sus inicios, colaboró de forma decisiva en la erradicación de toda forma de esclavitud, unen sus esfuerzos para seguir trabajando por la dignidad de personas reales que sufren problemas reales y que ven cercenada su libertad. No queremos que las adicciones nos roben los abrazos, la palabra, el pensamiento, los sueños, el alma…
Pero solos no podemos; por esta razón, solicitamos la colaboración de instituciones públicas y privadas y, sobre todo, el compromiso de los creyentes en Jesucristo para esta nueva etapa que iniciamos y en la que queremos reforzar nuestro compromiso liberador. Siguiendo de cerca al Señor, y con su ayuda, edificaremos una Iglesia samaritana, hospital de campaña también para los que padecen cualquier tipo de adicción.
+ Jesús Fernández González
Obispo de Astorga
Presidente de la Fundación CALS