Carta del obispo de Astorga: «Venid a un sitio tranquilo a descansar»

En su carta de esta semana, Jesús Fernandez González pide a los laicos de su diócesis comprensión con los sacerdotes, que tanto trabajo tienen a diario

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Jesús de Nazaret había llamado a doce hombres de su tierra para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar. Durante tres años los fue conociendo y les fue dando a conocer sus ideas, les fue dejando claros sus afectos, les mostró las opciones decisivas de su vida. Llegado el momento, los envió a las aldeas cercanas a anunciar la Buena Noticia. Se trataba de una práctica pastoral, un ensayo de lo que quería que hicieran una vez les dejara, con el fin de continuar su tarea.

El evangelista s. Marcos nos narra el momento de regreso de esta misión relámpago: “Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado”. Sin duda venían contentos de su trabajo, pero también cansados. Con su mirada atenta y generosa, Jesús se dio cuenta y los invitó a ir a un a un sitio tranquilo a descansar un poco. El evangelista deja clara la razón: “Eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer”.

La historia sigue. Atravesando el lago de Galilea, se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Pero, al verlos, muchos se les adelantaron. Cuando llegaron al destino se encontraron a la multitud expectante. Jesús era sin duda el centro de su atención. Una parte de ellos lo había escuchado ya y había encontrado en él el maestro sabio capaz de responder a los interrogantes más profundos de la vida; otros, habían sido objeto de algún milagro, de algún detalle, hasta de algún abrazo… Otros muchos, sencillamente lo conocían de oídas.

De nuevo, se deja ver la mirada profunda y atenta del Señor. Aquella gente estaba dispersa, desorientada, desfondada. El evangelista dice que andaban “como ovejas sin pastor”. Ya en el Antiguo Testamento se hablaba de los pastores que descuidaban el rebaño para referirse a los líderes, a los dirigentes políticos y religiosos de Israel. La mirada de Jesús y el corazón compasivo le movieron a actuar, de modo que, en vez de descansar, “se puso a enseñarles con calma”.

El sábado 17 de junio, los evangelizadores de la Diócesis celebramos en Villafranca del Bierzo el encuentro final de curso. Fueron unas horas en las que no faltó el diálogo, la comunicación de experiencias para hacer balance del curso pastoral, la celebración gozosa de la fe, ni siquiera la magia al servicio de la evangelización. En varios momentos del encuentro tuve la impresión de estar viviendo aquella misma experiencia vivida por los Apóstoles al lado de su Maestro. Invitados por él, también nosotros, pastores, consagrados y laicos, acudimos a un retiro menor. Tuvimos la ocasión de sentir su presencia, de contarle detalles de la misión, de darle gracias por su confianza y apoyo…

Llega el verano, un tiempo en que la actividad pastoral se reduce por razones obvias. Pero aún así, hay actividades que no cesan, sobre todo en el ámbito celebrativo. Los evangelizadores, y en particular los pastores, a pesar de estar cansados, viendo a las “ovejas sin pastor”, harán como Jesucristo, y lo harán con una caridad pastoral intacta. Ojalá adviertan en las comunidades aquel mismo deseo de encontrarlo que manifestaba el gentío que seguía a Jesús. Entonces, ni la multiplicación de veraneantes que solicitan una Misa por sus intenciones, ni la acumulación de fiestas y el deseo de los feligreses de que se la coloquen a la mejor hora, ni nada por el estilo, les pesará.

Pero, queridos laicos, sed comprensivos. El sacerdote no es una máquina y, desde luego, tampoco tiene la capacidad de la bilocación. Una auténtica comunidad cristiana debe ser capaz de compartir bienes, también de compartir ese don tan preciado que es el sacerdote. Esa es una de las intenciones que motivan la nueva estructura de las Unidades Pastorales. Pero sólo será efectiva si cambiamos la mirada y el corazón. ¡Feliz verano a todos! ¡Que Dios os bendiga!

+ Jesús Fernández González

Obispo de Astorga