Carta del obispo de Ciudad Real: «Es Navidad»

Gerardo Melgar asegura que necesitamos actualizar nuestra fe y abrir nuestra vida y nuestro corazón para dejar que Cristo nazca hoy en el corazón de cada uno de nosotros

gerardomelgarviciosa

Redacción digital

Madrid - Publicado el

4 min lectura

Hoy es Navidad. El Hijo de Dios se hace hombre y nosotros lo celebramos con verdadera alegría. Una alegría que nos hace recordar, con cariño, los días y el ambiente navideño que vivíamos en nuestras propias familias cuando éramos niños: días inolvidables, ambiente formidable que nos hacía felices y que hoy recordamos con ese mismo gozo que nos impulsa a seguir viviendo estos días felices y alegres.

En un ambiente de falta de fe y de falta del sentido de Dios y del sentido cristiano de la Navidad como el que vivimos en este ambiente secularizado que nos rodea, seguro que echamos de menos y que sentimos la necesidad de renovar en nuestros corazones como cristianos el profundo significado de la Navidad. El nacimiento del Hijo de Dios, que por amor a todos y cada uno de nosotros, siendo Dios se ha hecho hombre, para que, nosotros, los seres humanos lleguemos a ser hijos de Dios.

Debemos esforzarnos por vivir hoy este sentimiento y esta vivencia cristiana de la Navidad, porque tal vez hemos descuidado nuestra fe y la vivencia y el significado cristiano de la Navidad. Quizá lo que tanto significado cristiano tenía para todos, este tiempo de Navidad, ha quedado barrido de nuestra vida por el laicismo reinante en nuestra sociedad, que nos incapacita para valorar el verdadero significado de la encarnación del Hijo de Dios, la gran entrega que el Hijo de Dios hace por salvarnos del pecado y ofrecernos la salvación.

Necesitamos actualizar nuestra fe y abrir nuestra vida y nuestro corazón para dejar que Cristo, que nació en aquel pesebre, nazca hoy en el corazón de cada uno de nosotros y transforme nuestras dudas en fe, nuestros materialismos en valoración de su gracia, nuestra lejanía de Dios en cercanía a su Hijo que nace para darnos su amor convirtiéndolo en mano amiga que se acerca a nosotros para decirnos lo mucho que nos quiere, nuestra desconfianza en Él, en confianza plena en que solo Él puede salvarnos.

La Navidad cristiana debe ser una Navidad más solidaria, en la que todos podemos hacer algo por todos, porque nos necesitamos unos a otros; una Navidad en la que abramos los ojos de nuestro corazón para descubrir que, junto a nosotros, hay personas, familias, niños, ancianos que están con las manos extendidas esperando nuestra ayuda del tipo que sea: unos necesitan algo material para poder seguir viviendo, otros compañía, tantos alegría en el corazón y todos el cariño de los más cercanos.

Junto a nosotros hay otros a quienes sus necesidades les han convertido en mendigos de amor de los más cercanos para ser un poco más felices en estos días.

En esta Navidad necesitamos abrir el corazón y dejar que el amor que late dentro de nosotros se expanda en bien de quienes más lo necesitan a nuestro lado. Necesitamos vivir esta Navidad comprometiendo nuestra vida en bien de nuestros hermanos para que tantas personas necesitadas de recursos materiales, de alegría y compañía, sientan cercano nuestro amor y nuestro cariño y, a través de nuestro amor, puedan descubrir lo mucho que Dios los quiere.

En esta Navidad necesitamos acercarnos a ese niño recién nacido y contemplar en él al Hijo de Dios que se encarna y se entrega por entero por nosotros y sin nosotros merecerlo; solo por amor, solo porque quiere salvarnos

Necesitamos sentir muy dentro de nosotros ese sentimiento de gratitud al Señor por tanta generosidad por su parte, por tanto amor y por tanta entrega. Necesitamos abrirle nuestro corazón para que entre en nosotros y nos transforme en auténticos hijos de Dios a los que el Padre Dios abrace y se alegre por nuestra vuelta y nos invite al banquete de la salvación.

Una Navidad así, sí que tiene sentido y llena el corazón del ser humano de alegría, porque el Salvador se ha hecho presente en nuestra vida y nosotros sentimos cerca la salvación que Él nos ofrece con su venida.

Vivamos esta Navidad con estas actitudes y será de verdad una Navidad alegre, llena de paz y de sentido, porque el Hijo de Dios, el Salvador, ha querido acampar entre nosotros y se ha hospedado en nuestro corazón para darnos su salvación.

¡Feliz Navidad para todos!

+ Gerardo Melgar Viciosa

Obispo de Ciudad Real