Carta del obispo de Léon: «Vayamos corriendo y encontraremos»
En su mensaje de Navidad, Luis Ángel de las Heras nos invita a rezar por el final de las guerras y rencores, y para que todos nosotros seamos hombres y mujeres de concordia y paz
Madrid - Publicado el
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A medida que se acerca la Navidad, va creciendo la alegría por la celebración del Nacimiento de Jesús, Hijo de Dios. La riqueza de las figuras del Belén, las pinturas y tallas con motivos navideños, aunque no lleguen a expresar como se merece tan extraordinario acontecimiento, nos ayudan a contemplar, desentrañar e interiorizar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios nacido de María Virgen al amparo de José.
Al felicitarnos esta Navidad, deseémonos emoción al acoger al niño que encarna la ternura de Dios. Invitemos a los demás a vivir los días navideños con el profundo valor religioso que tienen. Contagiemos el gozo que surge de dentro hacia fuera para perdurar el resto del año. Esa es la verdadera alegría que no nos puede quitar nada ni nadie.
Tengamos presente nuestro mundo —especialmente a las personas que más sufren— y oremos para que llegue el calor a los corazones helados que no aman, que no viven, que no sueñan. Recemos para que cesen todas las guerras, todos los rencores, todas las violencias, todas las indiferencias. Oremos con el compromiso de ser hombres y mujeres de buena voluntad, de concordia y paz, de justicia y dignidad, de amor y verdad.
Celebremos con horizonte de luz el Nacimiento del Señor Jesús, pues la liturgia navideña supera el tiempo y el espacio y acontece hoy, con un efecto salvífico que atraviesa los siglos. El Nacimiento del Salvador fecunda la historia y a través de su memoria los cristianos renovamos la creencia de que Dios está realmente presente con nosotros en un día sin término. La salvación que nos viene por Jesucristo es actual. Dios nos ofrece hoy la posibilidad de reconocerlo y recibirlo, como los pastores que fueron corriendo y encontraron al Mesías, a Dios hecho hombre con María y José.
Escuchemos el anuncio del ángel, como aquellos pastores, y corramos a reconocer y recibir a Jesús, de modo que nazca también en nuestra vida y la renueve, la llene de luz y la transforme con su presencia. Abramos nuestro corazón ante el Misterio para que nos alcance la alegría más pura, como decía san León Magno, en el día que brilla para nosotros la paz de la redención.
Aunque nuestro mundo siga siendo el mismo y ni siquiera durante la noche de Navidad cesen el mal y el sufrimiento, nosotros festejamos con un inmenso gozo que Dios se ha hecho hombre, niño, uno como nosotros, para vencer la muerte y el pecado. Esta fe y esta esperanza cambian la mirada sobre la realidad doliente que clama por la llegada del Mesías, el Salvador, quien cuenta con nuestra voluntad y nuestro amor para extender ya en esta tierra el Reino de Dios.
Que nuestro corazón vaya corriendo hacia las fuentes de Belén donde nacen ríos de alegría que limpian las aguas turbias y riegan con su paz la faz de la tierra.
¡Feliz Navidad y Año Nuevo 2023!
Con mi afecto y bendición.
+ Luis Ángel de las Heras
Obispo de León