Carta del obispo de Segorbe-Castellón: «El Corpus Christi»

En su carta pastoral de esta semana, Casimiro López Llorente hace hi¡ncapié en que esta solmenidad nos debe llevar a la raíz y a la fuente permanente de la caridad

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Este Domingo celebramos la fiesta del Corpus Christi. En su centro está la Eucaristía. Para la Iglesia católica, la Eucaristía es memorial, banquete y presencia: es el memorial del sacrificio redentor de Jesús en la Cruz, que actualizamos de modo incruento en cada santa Misa; es banquete de comunión del Cuerpo de Cristo, en el que el Señor mismo se nos da en comida, como lo hizo en la última cena, anticipando su entrega en la Cruz; y es presencia real y permanente de Cristo resucitado entre nosotros. El Señor se queda entre nosotros a fin de que contemplemos su amor hasta el extremo por amor, participemos de él en la comunión y, transformados por este amor, seamos testigos de su amor en la Iglesia y en el mundo. Esta fe la hacemos pública y la ofrecemos al mundo en la procesión del Corpus.

El Corpus Christi nos lleva a la raíz y a la fuente permanente de la caridad y nos impulsa a construir la fraternidad universal. Por su sacrificio y entrega en la Cruz, Cristo nos ha redimido del pecado y ha restaurado la comunión de los hombres con Dios, entre sí y con la naturaleza entera. En la Eucaristía, el mismo Jesús se nos da como alimento de Vida y de Amor, que cambia y transforma a las personas y los corazones de quienes comulgan para que vivan el día a día desde el amor de Dios.

En la Eucaristía, Jesús se nos da a sí mismo en el Pan partido, que es su Cuerpo. Y nos muestra así que amar no solo es dar algo, sino darse a sí mismo. La comunión del Cuerpo de Cristo une a los que comulgan con el Señor y entre sí; crea y recrea la nueva fraternidad que es expansiva y no conoce fronteras. Por ello, la Eucaristía tiene unas exigencias concretas para el vivir cotidiano. De ella brota el mandamiento nuevo del Amor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. La Iglesia y cada cristiano estamos llamados a dejarnos empapar por este amor entregado de Cristo y a vivirlo de tal modo que este amor llegue a todos, pues a todos está destinado.

Por todo ello, en la Fiesta del Corpus Christi celebramos el Día de Cáritas, este año bajo el lema: “Tú tienes mucho que ver”. Cada uno estamos personalmente interpelados para que el Amor de Dios llegue a todos, en especial a los más pobres y excluidos de nuestra sociedad. Quien en la comunión recibe y comparte el amor de Cristo es enviado a ser su testigo compartiendo su pan, su dinero, su tiempo y su vida con el que está a su lado, con el que está necesitado no sólo de pan sino también de amor. El Señor Jesús nos llama a reconocerle, acogerle y amarle en el hermano necesitado hasta compartir nuestro pan, nuestra vida y nuestra fe con él.

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón