Carta del obispo de Segovia: «Plan pastoral para el trienio 2022-2025»

En su escrito de esta semana, César Franco desglosa las líneas de trabajo pastoral de la diócesis para los tres próximos años, bajo el lema «Hago nuevas todas las cosas»

cesarfrancomartinez

Redacción Religión

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El comienzo de curso es una invitación a la esperanza. Este curso, además, iniciamos un trienio pastoral (2023-2025), bajo el lema de «Hago nuevas todas las cosas», tomado del libro del Apocalipsis. Cristo, el Hijo de Dios, ha venido a renovar el plan de Dios e invitarnos a la verdadera novedad sobre el cosmos y sobre el hombre. Hacer nuevas todas las cosas significa entrar en el dinamismo de Cristo y colaborar con él en la recreación de todo. Se trata de una meta ambiciosa y posible, porque Cristo ha resucitado de entre los muertos y ha metido en la entraña del hombre y del cosmos el germen de la renovación.

Durante estos tres años, tendremos como objetivo la evangelización con misioneros evangelizados. De esto se ha hablado mucho desde el Concilio Vaticano II, pero hemos avanzado poco. No basta con estar convencidos de la necesidad de evangelizar, si al mismo tiempo no nos dejamos evangelizar quienes tenemos la misión de anunciar el Evangelio. Nadie da lo que no tiene. Y es posible que los fracasos en este campo se deban a nuestra desidia o dejadez a la hora de dejarnos evangelizar. Decía san Pablo VI que «el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio» (EN 41).

De esto se trata, de dar testimonio de forma que la fe se haga visible en la vida de cada cristiano. Este objetivo general del trienio se despliega en cinco objetivos prioritarios que afectan a ámbitos esenciales de la Iglesia: la familia, la corresponsabilidad de los laicos, la piedad popular, la iniciación cristiana, especialmente en los adolescentes y confirmandos, las diversas vocaciones en la Iglesia y el compromiso social. En la carta que he dirigido a la Diócesis para presentar este plan, insisto en dos criterios que me parecen fundamentales: no partimos de cero y queremos que el plan sea viable. La Iglesia tiene siglos de existencia. Vivimos de su Tradición, que, junto a la Escritura, nos trasmite la Revelación de Dios en Cristo. Contamos, pues, con un tesoro insondable que cada generación debe conservar y entregar a la siguiente.

Un plan pastoral viable es el que parte de la vida concreta, de las relaciones humanas, de la relación entre la Iglesia y la sociedad. Es en el tejido social donde el Evangelio tiene que proclamarse mediante el testimonio creíble de los evangelizadores. Asumir el plan pastoral significa que los objetivos señalados los hacemos nuestros, porque vivimos la fe proyectados hacia la sociedad, como fermento en la masa. ¿Quién no puede aportar más de la fe cristiana en su propia familia? ¿Quién no necesita formarse sobre qué significa ser cristiano en un mundo indiferente o contrario a la fe? ¿Qué cristiano de los que participan en las hermandades y cofradías no necesita formación y sentido de Iglesia para no convertirlas en pequeños reductos centrados en las fiestas de sus titulares? ¿Quién no puede prestar más ayuda a niños y adolescentes en el discernimiento de su vocación? ¿Quién hace todo lo que está en sus manos en el campo del compromiso social y caritativo?

Reflexionemos a la luz de Dios sobre estas cuestiones, para ver qué respuesta damos y si nos contentamos con lo que hacemos. La renovación de la Iglesia y de la sociedad está en nuestras manos, si reconocemos que necesitamos vivir la fe con más conocimiento de ella, con entrega generosa y con la fortaleza de los que no se dejan vencer por las dificultades, sino que encuentran en ellas un reto de Dios en favor de nuestros hermanos. Sí, podemos hacer nuevas todas las cosas, en la medida en que nos dejamos renovar por Cristo.

+ César Franco

Obispo de Segovia