Carta del obispo de Tarazona: «Pascua del enfermo»

Eusebio Hernández reflexiona en su escrito esta semana sobre la Pascua del Enfermo, una jornada instituida por san Juan Pablo II en el año 1.992

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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En este VI domingo de Pascua celebramos la “Pascua del enfermo”. En este año se nos invita a centrar nuestra atención en la necesidad y urgencia de “acompañar en el sufrimiento”.

Culmina hoy un periodo de reflexión y concienciación de le necesidad de mostrarnos cercanos a aquellos que pasan por la enfermedad; lo comenzábamos el 11 de febrero con la celebración de la trigésima Jornada Mundial del Enfermo. Esta Jornada fue instituida por san Juan Pablo II en el año 1992, su intención era que toda la Iglesia y también la sociedad se sensibilizara de la necesidad de garantizar la mejor asistencia posible a los enfermos y teniendo en cuenta, a su vez, a todos aquellos que cuidan de ellos.

Al instituir esta Jornada, san Juan Pablo, nos presentaba sus objetivos: “La celebración de la Jornada mundial del enfermo —tanto en su preparación, como en su desarrollo y en sus objetivos— no pretende reducirse a una mera manifestación externa centrada en torno a ciertas iniciativas, aun cuando éstas sean encomiables, sino que desea alcanzar las conciencias para hacerles conscientes de la valiosa contribución que presta el servicio humano y cristiano hacia quienes sufren, para una mayor comprensión entre los hombres y, en consecuencia, para la edificación de la verdadera paz”.

Con motivo de estas dos Jornadas la Iglesia quiere también hacer oír su voz en favor de los que pasan por la enfermedad, por eso decía Juan Pablo II: “En este sentido, deseo dirigir un llamamiento especial a las autoridades civiles, a los científicos y a todos cuantos viven en contacto directo con los enfermos. ¡Que su servicio no se haga jamás burocrático y lejano! Deseo sea especialmente claro para todos que la gestión capital público impone el grave deber de evitar el despilfarro y el uso indebido del mismo, a fin de que los recursos disponibles, administrados con sabiduría y equidad, sirvan para asegurar a cuantos lo necesitan la prevención y la asistencia en caso de enfermedad”.

En esta Pascua del enfermo, los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal Española, nos dirigen un mensaje y en él nos exhortan a la importancia que tiene el que posibilitemos recuperar la esperanza a todos aquellos que pasan por la enfermedad:

“El mayor dolor es el sufrimiento moral ante la falta de esperanza. En consecuencia, hemos de ser muy conscientes de nuestra misión: “siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pida” (1 Pe 3, 15). Se hace necesario estar preparados para aportar esperanza; pero no una esperanza cualquiera, sino -como recuerda Benedicto XVI- una esperanza “fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino” (Spe Salvi, 1)”.

Como obispo de la diócesis quiero hoy manifestar mi cercanía y oración a todos aquellos que pasáis por la enfermedad, también a aquellos que cuidan de los enfermos: sanitarios, familiares y agentes de pastoral sanitaria. Ánimo y gracias por vuestro servicio.

+ Eusebio Hernández Sola

Obispo de Tarazona