Carta del obispo de Tarazona: «Sagrado Corazón de Jesús»

En la víspera de esta solemnidad, Vicente Rebollo nos interpela a consagrar nuestra vida al corazón de Jesús y a hacer reparación por las ofensas a Cristo

Vicenterebollo

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Quizá una de las expresiones más duras que se pueden decir de una persona, es que no tiene corazón, expresando el grado sumo de despreocupación y desprecio por los demás. Ya el profeta Ezequiel usa esta comparación para referirse al pueblo de Israel insensible a las enseñanzas de Dios “arrancaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne” (EZ 36, 26).

A su vez, cuando queremos decir que alguien es muy bueno decimos tiene un gran corazón. Lo que Ezequiel anunciaba, se hace realidad la tarde del Viernes Santo cuando nos dice San Juan “uno de los soldados, le abrió el costado con su lanza, y al punto salió sangre y agua” (Jn 19, 34).

La tradición cristiana ha visto en este texto el nacimiento de los sacramentos de la Iglesia que nos da vida, en especial, el bautismo y la eucaristía. Por eso, San Agustín decía “así quedaba abierta aquella puerta de vida donde dimana los sacramentos y todas las gracias “. A lo largo de la historia, los santos, como pueden ser san Bernardo o san Buenaventura, han ido motivando y preparando lo que va a ser la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. La propulsora de esta devoción fue Santa Margarita Maria de Alacoque, quien entre los años 1673 y 1675 recibió cuatro revelaciones en las que Nuestro Señor Jesucristo mostraba el gran amor de su corazón a los hombres. Así, en la primera, le manifestó:

mi divino corazón está tan lleno de amor a los hombres”.

En la última manifestación le dijo a Santa Margarita

“te pido que se dedique el primer viernes después de la octava de Santísimo Sacramento a una fiesta especial para honrar mi corazón”

En 1856, el Papa Pío IX instituyó la solemnidad del Sagrado Corazón a celebrar el viernes posterior al Corpus Christi. El Papa León XIII, en 1899, hizo la consagración solemne de todo el mundo al Sagrado Corazón.

El 30 de mayo de 1919, se consagra la nación española al Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de Los Ángeles (Madrid).

La devoción al Sagrado Corazón nos pide que estemos unidos continuamente a él a través de la consagración y de la reparación. Nos podemos preguntar si el hombre moderno autosuficiente, individualista ¿puede consagrar su vida al corazón de Jesús? Y, hacer reparación por las ofensas a Cristo, en este tiempo en el que se ha perdido el sentido del pecado, ¿es posible? A estas preguntas ya respondió el Papa San Juan Pablo II: “los elementos esenciales de esta devoción pertenecen de manera permanente a la espiritualidad propia de la Iglesia a lo largo de toda la historia. Así -y esta es la verdadera reparación pedida por el Corazón del Salvador- sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia se podrá construir la tan deseada civilización del amor, el reino del Corazón de Cristo”

Por desgracia, el odio y la violencia no han desaparecido, son actuales, por lo que la devoción al Corazón de Jesús, a través de nuestra consagración y de la reparación, son un instrumento para sembrar amor, para poner fraternidad en nuestro mundo.

Que el corazón de Jesús haga que el nuestro esté siempre encendido de su amor.

+ Vicente Rebollo

Obispo de Tarazona