Carta del arzobispo de Valladolid: «Sed de agua, de luz y de vida»
Luis Argüello nos propone una nueva reflexión para esta primera quincena de marzo. En esta ocasión con la Cuaresma que acabamos de iniciar como protagonista
Madrid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El tiempo de Cuaresma continúa. Es un tiempo de iniciación cristiana, de vivencia del catecumenado, oficialmente en la Iglesia. También, por ello, en nuestra Diócesis estamos manteniendo diálogos y reflexiones sobre la transmisión de la fe y la iniciación cristiana.
El ‘ciclo A’ del año litúrgico que seguimos este curso nos ayuda a caer en la cuenta de un elemento esencial para que la fe se trasmita y para que también haya un deseo vivo de iniciarse en ella. Es preciso un anuncio; un anuncio del agua, de la luz y de la vida. En el corazón humano hay sed -y de lo que se trata es de que seamos capaces de ofrecer saciarla con el agua de la vida-; una sed que nos hace buscar en muchas grietas y en muchos estanques, a veces malolientes, pero que expresa ese anhelo de todo hombre. El corazón está sediento y es posible proponerle el agua de la vida, que es Jesús mismo, de cuyo corazón abierto saltan manantiales de Vida Eterna.
También en nuestro corazón hay un afán de conocimiento, de verdad y de luz. Terminamos una época, el iluminismo, y ahora parece que las luces se han agotado. Pero la persona sigue aspirando a conocer, a buscar, a saber… Quiere descubrir quién es y quiénes son los que acompañan su camino en la existencia. Por eso, cómo no anunciar la luz, cómo no ofrecer el eco de la claridad que custodiamos y que nos proporciona el conocimiento de lo que somos, hijos y hermanos, pero que también nos ayuda a descifrar el significado de nuestra existencia: Una peregrinación hacia la tierra donde las luces brillan sin sombras.
Si hay sed de agua y hay deseo de luz, cómo no va a haber también un fuego vivo que grita VIDA y que quiere vivir en vivir en plenitud (esto es así hasta el punto de que cuando la vida en plenitud no se da; más aún, cuando la vida resulta problemática, hay veces que se ofrece la muerte como solución a los problemas o los sufrimientos). Hay ambición de VIDA, hay afán de vivir en plenitud; por eso debemos mostrar a quien es el Viviente, la vida misma, la fuente y el apogeo de la existencia.
En este tiempo de Cuaresma podemos ofrecernos y ofrecer a los demás agua, luz y vida. Sabiendo que en Pascua el agua se hace bautismo; la luz se hace cruz gloriosa de nuestro Señor Jesucristo encendida en una luminosa llama, y la VIDA es la que vence a la muerte.
La Iglesia tiene que anunciar este regalo del que es depositaría, y ayudar a iniciarse en beber el agua, en acoger la luz, y en vivir la vida, que es Eterna.
+ Luis Argüello
Arzobispo de Valladolid