Carta del obispo de Astorga: «Frenar la desigualdad está en tus manos»
Jesús González reflexiona esta semana sobre la campaña contra el Hambre de Manos Unidas de este 2023 y y denuncia las desigualdades aún hoy existentes
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Según el informe del Banco Mundial de abril del 2022, las cifras de la pobreza y del hambre no ha parado de crecer a lo largo de los últimos años. Aunque los datos son fríos y nos pueden dejar indiferentes, no debemos pasar por alto que, la cifra de los que viven con menos de 1,90 dólares al día, ha pasado de setecientos a ochocientos millones de personas. Estremece pensar que, en el mundo, mueren de hambre entre 5 y 11 personas por minuto.
La situación de pobreza y hambre en el cono Sur afecta de un modo especial a las mujeres. Aunque ha crecido su empleo, en general se trata de trabajos no remunerados ni reconocidos o, en su caso, que proporcionan ingresos insuficientes para desarrollar una vida digna. Sobre sus hombros se carga el cuidado de los campos, del hogar y de la familia. Este esfuerzo, unido a una deficiente alimentación, explica que sufran anemia casi la mitad de las mujeres que tienen entre 15 y 45 años.
Detrás de este drama se encuentran múltiples factores encadenados, entre los que destacan las crecientes desigualdades. En su raíz se encuentra una economía dominante planteada por los países ricos que han convertido a los países del Sur en fuentes de materias primas baratas, reserva de mano de obra de bajo coste, y un potencial mercado de bienes y servicios del Norte. A esto hay que añadir los desmanes cometidos por los responsables de los propios países pobres: hablamos de la corrupción y de la mala gestión de sus recursos por parte de los gobernantes y responsables económicos.
Aunque diferentes en distintos aspectos de la personalidad, los seres humanos gozamos todos de la misma dignidad por ser hijos del mismo Padre celestial. Uno de los elementos fundamentales para mantener el respeto a esa común dignidad es el salario justo. La Sagrada Escritura, ya en uno de sus primeros libros, lo defiende: “Cada jornada le darás su jornal, antes que el sol se ponga, porque pasa necesidad y está pendiente del salario. Así no gritará contra ti al Señor y no incurrirás en pecado” (Dt 24,15). Por su parte, el Concilio Vaticano II indica las características que ha de reunir un trabajo decente (cf.GS 67). Y, en fin, s. Juan Pablo II afirma con firmeza: “De aquí que, precisamente el salario justo se convierta en todo caso en la verificación concreta de la justicia de todo el sistema socio-económico y, de todos modos, de su justo funcionamiento” (Laborem exercens,19).
La causa de la igualdad es pues decisiva para lograr que todos los seres humanos vivan dignamente. Ésta es a su vez la causa que hace suya la organización de cooperación católica Manos Unidas en la Campaña de este año 2023. Para lograr un mundo justo, inclusivo, sostenible y en paz, se hace necesario educar para el desarrollo a través de la información y formación sobre las causas estructurales de la pobreza y el hambre, denunciar mecanismos estructurales de desigualdad como la subvención de productos agrícolas en el Norte o la fijación de precios de materias primas exportadas, y promover el respeto al medioambiente y a los derechos de los trabajadores. Al mismo tiempo, se nos propone apoyar proyectos de desarrollo de las economías familiares, la formación profesional, el fortalecimiento de las comunidades, el empoderamiento de las mujeres, etc.
Agradezco a Manos Unidas su trabajo. Gracias también a todos los que colaboráis con esta organización católica en su maravillosa y encomiable tarea. Que Dios os lo pague.
+ Jesús Fernández González
Obispo de Astorga