Carta del obispo de Astorga: «Gratitud y esperanza»

Jesús Fernández González anuncia en su escrito de esta semana algunos cambios en los servicios pastorales de su diócesis para el nuevo curso recién iniciado

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Redacción Religión

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El tiempo pasa deprisa, solemos lamentar; si así lo percibimos en tiempo laboral, ¿qué no va a suceder cuando estamos de vacaciones? Para muchos, hablar de ellas es ya remontarse a tiempos lejanos. Atrás quedaron con sus propósitos, mejor y peor cumplidos.

Algunos —los sacerdotes— ni siquiera tenían esos propósitos. Conocían de antemano las apreturas de esta estación: parroquias pugnando por celebrar la misa de la fiesta a la hora más cómoda, misas por los difuntos del año, la defensa memorativa del principio “esto siempre se hizo así…” especialmente duro ha sido en el mes de agosto. Atrás queda, y no quiero dejar pasar la ocasión para agradecer su esfuerzo extra en este tiempo pasado.

A decir verdad, también ha habido otras personas que han sufrido apreturas, incluso mucho más graves. Pienso especialmente en aquellas que han sufrido el desastre de los incendios y, en especial, la muerte de sus seres queridos. A la vez que agradecemos su sacrificio, pues murieron intentando salvar la tierra que nos sostiene, los encomendamos al Señor.

Gracias a Dios, en momentos así, aparecen ángeles que encarnan el amor de Dios y que nos cuidan. Los hemos necesitado y los necesitaremos, pues aparecen oscuras nubes en el horizonte que se añaden a la crisis humanitaria provocada por la guerra de Ucrania: la anunciada hambruna en África, la crisis energética, los elevados precios… A pesar de todo, nuestra esperanza no vacila: el Señor ni nos ha abandonado, ni no abandonará.

Con septiembre, llega un nuevo curso pastoral. Con él llegan los cambios en los servicios pastorales que, en el presente, han afectado a los vicarios y al Canciller- Secretario. Afrontarán con dedicación, valentía y generosidad, momentos difíciles, haciéndose merecedores de nuestro reconocimiento y gratitud. Al mismo tiempo, damos la bienvenida a los que los sustituyen y agradecemos su disponibilidad y su voluntad de servir. El cambio ha afectado también a los arciprestes y a bastantes párrocos. A todos, y especialmente a los que se ven obligados a cambiar de domicilio: ¡GRACIAS!

Espero que este testimonio sacerdotal os estimule también a vosotros, queridos laicos, a caminar juntos, creciendo en santidad y edificando una Iglesia unida, participativa y corresponsable. Os animo a hacerla posible participando en las UPAS, la EDEU, la elaboración del nuevo Plan Pastoral, el cuidado de las familias y los jóvenes…¡Que Dios, os lo pague!

+ Jesús Fernández González

Obispo de Astorga