Carta del obispo de Ciudad Real: «Los laicos y su importancia en la evangelización del mundo»

Gerardo Melgar recuerda que «la acción evangelizadora de los laicos es tan importante que, sin ella, el apostolado de los pastores no puede conseguir su efecto»

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Redacción Religión

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Los fieles laicos tienen dentro de la Iglesia una misión especial, propia y específica en la misión evangelizadora, de la cual no se puede prescindir.

En el año 1965 se promulgaba el decreto conciliar Apostólicam actuositatem del Concilio Vaticano II, en el que se dice: «El apostolado de los laicos que surge de su misma vocación cristiana, nunca puede faltar en la Iglesia» (nº.1). En el mismo número 1 explica en qué consiste esta misión o apostolado de los laicos, cuando dice: «Siendo propio del estado de los laicos el vivir su fe en medio del mundo y de los negocios temporales, en medio de los cuales debe ser fermento en ellos».

Esta misión de los fieles laicos de estar en medio de los negocios temporales siendo fermento en ellos no es un fervor, ni una afición especial de unos pocos, sino una obligación de todos y cada uno de los bautizados. «Se impone a todos los fieles cristianos la noble obligación de trabajar para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado por todos los hombres de cualquier lugar de la tierra» (n.º 3).

Es lo mismo que dirá el papa Francisco en la Evangelii gaudium cuando dice que todo bautizado, por el hecho de serlo, debe ser un auténtico agente de evangelización.

Para que el laico pueda hacer en su vida realidad este apostolado es necesario que tenga una verdadera y fuerte espiritualidad. Porque es Cristo quien debe fructificar la obra de nuestras manos, nosotros solos seríamos incapaces.

La acción evangelizadora de los laicos es tan importante que, sin ella, el mismo apostolado de los pastores no puede conseguir plenamente su efecto (Cfr. AA, 10)

En este mismo documento del Concilio se establecen aquellos campos que son los específicos y propios de los fieles laicos, señalando los siguientes:

1. La familia:

Los cónyuges cristianos son el uno para el otro y los dos juntos para todos los miembros de la familia son testigos de la fe. Los padres son los primeros educadores de la fe de sus hijos con su palabra y con su ejemplo de vida; quienes ayudan a sus hijos con prudencia en la elección de la propia vocación, animando con esmero la vocación sagrada, que quizás han descubierto en ellos (Cfr. n.º 11).

2. Los jóvenes:

Otro campo específico son los jóvenes y su evangelización como algo específico de los laicos. Con los jóvenes, los adultos deben tratar de conocerlos bien, motivándolos al apostolado juvenil.

«Los jóvenes aprendan de los adultos, con respeto y confianza hacia los mayores, las loables tradiciones» (Cfr. n.º 11).

3. El medio social:

Un tercer campo propio y específico de los laicos es el medio social. El laico debe sentirse llamado a llenar de espíritu cristiano el pensamiento, las costumbres, las leyes y las estructuras de la sociedad.

El Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad tiene como centro hacer una llamada a ser corresponsables todos los bautizados de la misión de la Iglesia, cada uno desde su estado y desde su propia vocación.

Los laicos cristianos lo serán en la medida en que son testigos de la fe en esos campos que son los específicos de su apostolado.

Estos campos específicos del mundo laical nos están hablando de cuál debe ser el centro del apostolado, que no es solo colaborar en la iglesia en las lecturas de la misa o en la catequesis y en cualquier otra actividad de dentro de la iglesia, que también, pero sobre todo siendo protagonistas de su apostolado y de la evangelización del mundo en estos aspectos propiamente suyos, en el mundo secular, en los negocios del mundo.

+ Gerardo Melgar Viciosa

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