Carta del obispo de Coria-Cáceres: «Jornada de la Vida Consagrada: Caminando con esperanza»

Jesús Pulido destaca esta semana la presencia de las personas de Vida Consagrada, quienes han respondido a una llamada fuerte y radical para vivir ya aquí de los valores del Reino

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El día 2 de febrero, la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada, coincidiendo con la fiesta de la Presentación del Señor. En nuestra diócesis celebraremos ese mismo día la eucaristía en la concatedral de Cáceres a las 18h con y por las personas consagradas de nuestra diócesis. Agradeceremos el don impagable que supone su presencia entre nosotros, un soplo de aire fresco que nos regala el Espíritu, y pediremos por sus necesidades, especialmente para que tengan muchas vocaciones.

Este año el lema de la Jornada, “Caminando con esperanza, destaca su misión profética dentro de la Iglesia y de la sociedad. La imagen del “camino” nos hace pensar en el sínodo, que es otra definición de la Iglesia: caminamos juntos. En ese camino la vida consagrada forma parte del pueblo de Dios y se hace compañera de los demás miembros de la Iglesia aportando esperanza, mirada larga al futuro, hacia el Reino prometido. No caminamos por caminar, sin rumbo o en un laberinto sin salida. La marcha de la Iglesia tiene una meta, un horizonte tras las huellas de Jesús, y las personas consagradas nos lo recuerdan y lo señalan. Caminamos hacia el Padre, todos juntos, sin dejar atrás a los olvidados, a los pequeños, a los necesitados…

En respuesta a una llamada vocacional, fuerte y radical para vivir ya aquí de los valores del Reino, se han consagrado totalmente a Dios. Su género de vida contrasta fuertemente con los valores de este mundo. Su renuncia a construir una familia no es para desvincularse de los demás sino, al contrario, para ser hermanos de todos e invocar juntos a Dios como Padre. Su opción por la pobreza no es desprecio de las realidades terrestres sino aspiración a los bienes del cielo. Y su vivencia de la obediencia los hace disponibles para ser misioneros al servicio del plan de salvación de Dios. Así sus oídos están siempre atentos a la voz del Padre, sus ojos fijos en la cruz del Hijo y sus manos dispuestas para la misión que el Espíritu sigue realizando en la Iglesia.

Solamente un breve –y siempre incompleto– elenco de sus actividades en Coria-Cáceres nos permite reconocer la riqueza que aportan a nuestra Iglesia particular. Los conventos donde se práctica la oración continua son un foco de esperanza en Cáceres, Coria, Garrovillas de Alconétar, Navas del Madroño. Los religiosos siempre se encuentran junto a los más necesitados, especialmente en el Cottolengo, en la Cruz Blanca o en las casas de la Misericordia, en las Hijas de la Caridad. Muchos comparten nuestra vida y nuestras luchas en las parroquias de las ciudades y de los pueblos, aportando su rica espiritualidad. También la obra de misericordia de enseñar al que no sabe se practica en varios centros educativos con niños y jóvenes de Cáceres, Coria, Valencia de Alcántara, Arroyo de la Luz. El convento de “El Palancar”, fundado por nuestro patrono San Pedro de Alcántara, y la Casa de Ejercicios de La Montaña en Cáceres, tienen una fuerza de atracción especial.

Aunque muchos vienen de fuera, en seguida se hacen parte de este pueblo para compartir su camino y su destino. En un tiempo en que la luz de Cristo parece eclipsarse en nuestra sociedad, los religiosos son reflejo de su resplandor como la luna refleja la luz del sol cuando es de noche. El mundo, la sociedad y la Iglesia –hoy más que antes, ciertamente– tienen necesidad del testimonio fiel y gozoso de la vida consagrada. Necesitamos su luz en medio de tanta sombra y oscuridad que nos hace sentirnos perdidos y sin rumbo fijo, necesitamos el testimonio de su vida alegre que nos permite entrever que el Reino –a veces tan difuminado en esta tierra fatigada–, podemos comenzar a construirlo aquí y esperarlo en el futuro de Dios.

Con mi bendición,

+ Jesús Pulido Arriero

Obispo de Coria-Cáceres