Carta del obispo de Guadix: «Frenar la desigualdad está en tus manos»

En su carta pastoral de esta semana, Francisco Jesús Orozco nos recuerda que ser cristiano es vivir con ojos samaritanos y el corazón siempre dispuesto a acariciar

franciscojesusorozco

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Febrero en la Iglesia española es el tiempo de Manos Unidas, Asociación de la Iglesia en España para la ayuda, promoción y desarrollo de los países más desfavorecidos y en vías de desarrollo. La Campaña contra el hambre nos ayuda a no dormirnos en una dimensión constitutiva de nuestra fe: combatir las dolorosas injusticias de nuestro mundo.

Ser cristiano es vivir con ojos samaritanos y el corazón siempre dispuesto a acariciar, de forma concreta, las heridas de Cristo crucificado en los que más sufren. Como proclamó el Concilio Vaticano II, “toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe ser vencida y eliminada por ser contraria al plan divino” (Gaudium et spes, 29).

Los datos oficiales que nos dan algunos organismos internacionales, son un dolor para la humanidad y un verdadero fracaso para todos: 828 millones de personas hambrientas; 8,7 millones de personas mueren de hambre al año, 24.000 al día, una cada cuatro segundos; y de ellos 2,7 millones son niños. En nuestro mundo, tan avanzado y tan defensor de los derechos fundamentales, 4.000 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza y se calcula que, irremediablemente, si nuestras manos no se unen, 670 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030. Esto habla mal de todos nosotros.

El Papa Francisco nos dice que es tiempo “para hacer un examen de conciencia personal y comunitario, y preguntarnos si la pobreza de Jesucristo es nuestra fiel compañera de vida” (Jornada mundial de los pobres, 2022). Y “es hora de que abramos los ojos para ver el estado de desigualdad en el que viven tantas familias. Es hora de arremangarse para recuperar la dignidad creando puestos de trabajo. Es hora de volver a escandalizarse ante la realidad de los niños hambrientos, esclavizados, naúfragos, víctimas inocentes de todo tipo de violencia.”(Encuentro de oración, Asís 2022).

En el mismo discurso, el Papa nos decía que es el momento “de romper el círculo de la indiferencia y descubrir de nuevo la belleza del encuentro y del diálogo”. Frente al derrotismo y el pesimismo de pensar que no hay nada que hacer, Manos Unidas quiere reactivar la esperanza de que todo es posible para el que cree. Desde el Evangelio y los principios firmes de la Doctrina Social de la Iglesia, los cristianos de este momento histórico, estamos llamados a trabajar por la dignidad de todos los seres humanos, el bien común, el destino universal de los bienes, la solidaridad, la opción por los pobres, el cuidado de la Casa Común y por la apuesta subsidiaria de que todo empieza en nuestro compromiso. Es posible la Civilización del Amor y la Iglesia quiere ser expresión de ese sueño de Dios, por medio de cada uno de nosotros: es posible frenar la desigualdad, combatir el hambre y acabar con la pobreza. El pecado ha sido vencido y el mal no tiene la última palabra. Depende de tus manos.

El lema de esta campaña, “Frenar la desigualdad está en tus manos”, se acompaña con una imagen: unas manos que transmiten compromiso y ternura con los hermanos más vulnerables y descartados. Son tus manos y son nuestras manos: todas las manos suman, todas cuentan y todas son necesarias. El futuro para erradicar estas desigualdades no es cosa de otros, depende de nosotros, está en nuestras manos.

Os invito a vivir con intensidad esta campaña de Manos Unidas, a creer en el poder de Jesucristo, de la oración, de los sacrificios y de la limosna que nos hacen equilibrar las injusticias. Tu colaboración e implicación en la Jornada Nacional y en la colecta de la Campaña contra el hambre harán posible que, un año más, podamos hacer frente a los proyectos que nuestra Diócesis de Guadix ha hecho suyos. Y ojalá ese sea el camino de nuestra fe siempre. Desde hace 60 años, el segundo viernes de febrero es también el día del ayuno voluntario. Os invito el próximo día 10 a tener pequeños gestos, privándose de algo que se transformará en una gran ayuda para paliar el hambre en el mundo.

Agradecemos a la Presidenta diocesana, al consiliario, a los voluntarios, colaboradores y equipos diocesanos de Manos Unidas, sus esfuerzos, tiempo y precioso servicio para movilizarnos a todos en esta causa justa de nuestra Madre Iglesia que quiere, por medio de nosotros, acariciar a sus hijos que más sufren, recordándonos que “frenar la desigualdad está en tus manos”.

Con mi afecto y bendición.

+ Francisco Jesús Orozco Mengíbar

Obispo de Guadix