Carta del obispo de Huesca y Jaca: «San Benito»

En su carta de esta semana, Julián Ruiz Martorell nos alerta sobre el dejarnos llevar, la apatía, la negligencia, la falta de cuidado ya que explica que eso nos aparta del Señor

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El libro de los Proverbios afirma: “Hijo mío, si aceptas mis palabras, si quieres conservar mis consejos, si prestas oído a la sabiduría y abres tu mente a la prudencia; si haces venir a la inteligencia y llamas junto a ti a la prudencia; si la procuras igual que el dinero y la buscas lo mismo que un tesoro, comprenderás lo que es temer al Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios” (Pro 2,1-5).

Leemos en las primeras líneas del prólogo de la Regla de san Benito: “Escucha, hijo, los preceptos de un maestro e inclina el oído de tu corazón, acoge con gusto la exhortación de un padre y ponla en práctica, a fin de que por el trabajo de la obediencia retornes a Aquel de quien te habías apartado por la desidia de la desobediencia”.

San Benito es un genuino maestro que enseña el arte de vivir. San Gregorio Magno lo definió como “un astro luminoso” en una época marcada por una grave crisis de valores.

La exhortación a la escucha es especialmente válida en nuestros días. Oímos muchas cosas, nos aturde el constante tintineo de informaciones, noticias, palabras, discursos. Pero no prestamos atención a las personas. No escuchamos.

En el diálogo, a través de la palabra, entramos en contacto con alguien que se convierte en interlocutor, nos ponemos en comunicación con la persona que nos habla desde su experiencia, desde su historia de sufrimiento o de éxito, y espera una respuesta también personal, y no solamente un asentimiento frío y distante o una pasiva indiferencia.

Los grandes maestros nos proporcionan consejos y orientaciones que proceden de la vida, de la experiencia cotidiana y también del tiempo dedicado a la oración, la reflexión y el estudio.

San Benito presenta tres elementos sobre la “exhortación de un padre”: 1) “acoge”; 2) “con gusto”; 3) “ponla en práctica”.

La exhortación, el consejo, la advertencia concentrada, llegan como un regalo, un obsequio de amistad. Y se requiere recibir, admitir, recoger.

Es preciso acoger “con gusto” la exhortación de quien es para nosotros un referente, un acompañante, y, sobre todo, un “padre”, alguien con quien compartimos un estrecho vínculo de amor, respeto y confianza. Se trata de una acogida agradable, activa y estimulante que da sabor a nuestra vida.

No basta con recibir, sino que hay que poner en práctica, aplicar en lo concreto y cotidiano lo que se nos concede.

La “desidia de la desobediencia”, el dejarnos llevar, la apatía, la negligencia, la falta de cuidado, nos apartan del Señor. Y necesitamos volver a Él a través del humilde trabajo de la obediencia; es decir, la cualidad de quien escucha y pone en práctica.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición

+ Julián Ruiz Martorell

Obispo de Huesca y Jaca

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