Carta del obispo de Lleida: «La diócesis celebra la Fiesta del Envío»
Salvador Giménez invita a los fieles a participar en la misa del próximo jueves, que «fomenta el sentido de pertenencia de todos a la comunidad diocesana»
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Nos adentramos en un nuevo curso siguiendo el ritmo natural de los acontecimientos de la Iglesia universal, de la diócesis o de cada una de las parroquias y comunidades. Explicamos en primer lugar las tareas pendientes del Sínodo (4 sept.), en segundo lugar se informó sobre los contenidos teóricos que la diócesis quiere conseguir en este período (11 sept.) y hoy, en tercer lugar, queremos anunciar la celebración de la Fiesta del Envío el próximo jueves, 22 de septiembre, en la catedral, a las 19 horas. Quedáis todos invitados a participar en la misma. Es una celebración que suscita mucha alegría entre los asistentes y fomenta el sentido de pertenencia de todos a la comunidad diocesana. A otras dos celebraciones nos sentimos invitados durante el curso: La Misa Crismal (tarde del Martes Santo) y la Asamblea Diocesana (último sábado de mayo).
Todos los demás ingredientes que componen la vida cristiana ordinaria los desarrollamos en nuestras parroquias y comunidades: la escucha de la Palabra, la oración, la participación en los sacramentos, el servicio al prójimo, la colaboración en las tareas parroquiales y el anuncio del mensaje de Jesucristo. Es un compromiso que adquirimos en nuestro Bautismo y que el Señor nos concede su gracia para hacerlo posible. Además de la dimensión parroquial es bueno y conveniente que participemos en las propuestas diocesanas que posibilitan una mejor ayuda en la liturgia, en la formación y en la armonización de criterios pastorales.
Concretemos el primer acontecimiento del curso y que tiene como centro el envío. Seguro que algunos os formularéis muchas preguntas sobre el mismo, ¿qué es eso del envío?, ¿quién envía?, ¿a quiénes y con qué finalidad?, ¿nos sentimos enviados?
Partimos los católicos de una afirmación que nos vincula a la vida y misión de Jesús que es enviado por el Padre Dios para la liberación del pecado y la salvación de la humanidad. Las palabras que pronunció y los gestos que realizó durante su existencia en esta tierra son anunciados por los Apóstoles que han recibido el mandato del Maestro durante su predicación y, al final, en el momento de su Ascensión. A partir de entonces la Iglesia, que vela por el depósito de la fe, es la encargada de transmitir su contenido a todas las naciones y a lo largo de los tiempos para que todas las generaciones y culturas conozcan la persona, el mensaje y la obra de Jesucristo.
Así lo recordamos y lo realizamos en nuestra diócesis con una celebración festiva en la que el obispo envía a todos los miembros de esta comunidad al anuncio permanente. Y no lo hace como una opción individual o privada sino formando parte del colegio de los obispos que une el sentir de toda la Iglesia. Todos somos enviados a predicar con alegría y a vivir con autenticidad aquello que se depositó en nuestro corazón cuando nos bautizaron. Con ese anuncio manifestamos el clima de unidad y el vínculo de fraternidad. Somos sembradores de la semilla del Reino que inició Jesucristo y que fructifica por todas partes como oferta de salvación para todos los hombres.
Quienes pertenecemos a la Iglesia tenemos la obligación de anunciar la Buena Nueva. Cada uno según las responsabilidades que le han sido confiadas: como pastores del Pueblo de Dios, como miembros de Vida Consagrada, como catequistas, como pertenecientes a los equipos de oración y liturgia, de Cáritas y otras organizaciones sociales. No partimos de cero, no inventamos su contenido. Tenemos una larga tradición que hemos recibido de nuestros mayores y la trasladamos a la siguiente generación. Y eso nos da un gran motivo de alegría y de esperanza porque aportamos a nuestra sociedad el estilo que humaniza y resalta la dignidad de todo ser humano.
+ Salvador Giménez Valls
Obispo de Lleida