Carta del obispo de Segorbe-Castellón: «Campaña de Manos Unidas»

Casimiro López Llorente nos invita en su carta de esta semana a participar en la campaña contra del hambre cuyo lema de este año es Frenar la desigualdad está en tus manos

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Con el lema “Frenar la desigualdad está en tus manos”, Manos Unidas comenzaba hace unos días la Campaña de este año. Son ya 64 años de compromiso en la lucha contra la pobreza y el hambre -de pan, de cultura y de Dios-, de cooperación al desarrollo de las personas y de los pueblos, y de sensibilización de nuestra sociedad.

Desde su comienzo, Manos Unidas vio que la desigualdad es una de las causas fundamentales de la pobreza y de la exclusión que sufren cientos de millones de personas en nuestro mundo. De ahí, su compromiso cristiano por liberar a la humanidad de la desigualdad de los más pobres de la tierra, especialmente en los países del Sur de la tierra y, sobre todo, de las mujeres y niñas en el mundo rural.

Hablar de igualdad significa, ante todo, poner en el centro de la mirada y de la acción comprometida la dignidad de toda persona humana. Por el sólo hecho de ser persona, creada por Dios a su imagen y semejanza, todo ser humano tiene una dignidad innata e inalienable, con independencia de sexo, raza, lengua, país, religión, edad, condición social. Una dignidad que pide ser reconocida, respetada y promovida por parte de todos, comenzando por los legisladores y los gobiernos. La dignidad de todo ser humano es el fundamento de los derechos humanos, que son universales e indivisibles. Son universales, porque corresponden a toda persona por el hecho de serlo y, en consecuencia, deben ser reconocidos a todos; y son indivisibles porque están interconectados y no pueden ser aplicados por partes separadas, porque se corre el riesgo de contradecir la unidad de la persona humana.

Con la Declaración de los derechos humanos, Naciones Unidas pretendía eliminar los muros de separación y la desigualdad que dividen a la familia humana y los pueblos, así como favorecer el desarrollo humano integral, es decir de todas las personas y de toda la persona hasta la humanidad entera (cf. Pablo VI, Populorum Progressio, 14). Una visión reduccionista del desarrollo de la persona humana y una exclusión del desarrollo humano de personas y de pueblos abren el camino de la desigualdad y de la injusticia.

Fiel a su origen, Manos Unidas pone en esta Campaña de nuevo el foco en la lucha contra la pobreza y el hambre, pero llama a remover las causas que lo originan; como son la explotación socio-económica, la exclusión social, el clima de violencia, la vulneración de los derechos humanos, el deterioro del medioambiente, y, sobre todo, la perpetuación de la desigualdad. Apoyemos con generosidad a la Asociación católica Manos Unidas. Frenar la desigualdad está en tus manos.

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón