Carta del obispo de Tarazona: «La mirada de Dios»
En este domingo de la Divina Misericordia Vicente Rebollo nos recuerda que Dios ha sembrado en nuestros corazones la capacidad de actuar de manera misericordiosa con los demás
Madrid - Publicado el
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La mirada de Dios hacia los hombres es misericordiosa, es el rasgo predominante en el rostro de Dios. La misericordia es la virtud que nos mueve a compadecernos de los sufrimientos, dolores de los demás. La misericordia nos lleva a poner nuestro corazón en los que sufren, para hacer nuestras las desdichas de los otros. Jesús en el Evangelio nos invita a “sed misericordiosos, vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36). El Papa San Juan Pablo II nos dice “Cristo mismo la encarna y personifica, Él mismo es, en cierto sentido, la misericordia”. (Dives in Misericordia, 2).
Fue el mismo Papa San Juan Pablo II quién instituyó la fiesta del Domingo de la Misericordia en el año 2000, cuando canonizó a Santa Faustina Kowalska, religiosa polaca, que recibió las revelaciones privadas de Cristo, en el año 1931, en Polonia. El Señor le transmitió su mensaje sobre el significado de la Divina Misericordia y le encargó difundir su devoción por el mundo. Su fiesta se celebra el segundo domingo de Pascua, hoy 16 de abril, y por eso se llama Domingo de la Divina Misericordia.
Hay una imagen que representa esta devoción, es una imagen de Cristo, con su mano derecha, bendiciendo y con su mano izquierda, señalando su pecho del que brotan dos rayos de luz uno blanco y el otro rojo. El rojo simboliza la sangre de Cristo, que da vida a nuestra alma, el blanco simboliza el agua que justifica las almas. Recuerdan el corazón de Cristo, atravesado por la lanza del soldado y del cual salió sangre y agua. El Concilio Vaticano II dirá que “el agua y la sangre que brotan del costado de Cristo son signos del comienzo y crecimiento de la Iglesia” (LG. 3). Junto a la imagen de la Divina Misericordia aparece la expresión “Jesús, yo confío en ti”, como respuesta perfecta a la misericordia que Él nos regala. Para alimentar la devoción a la Divina Misericordia existe el rezo denominado “la coronilla de la divina misericordia”, se trata de un conjunto de plegarias que se rezan utilizando las cuentas del Rosario, en las que se repite “Por tu dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero”.
Estamos en tiempo de Pascua, tiempo de vida y de esperanza. Dios ha sembrado en nuestros corazones la capacidad de actuar de forma misericordiosa con los demás, nos da la capacidad para que las necesidades de los otros, para que las personas con dificultad, no nos sean indiferentes, porque si no actuamos con misericordia ante los demás, nuestro Padre del cielo tampoco será misericordioso con nosotros.
En el Evangelio el Señor nos lo enseña con mucha claridad, quizá uno de los pasajes más claros es el de los dos deudores que nos presenta San Mateo al hablar del perdón de las ofensas. El rey perdona una grandísima deuda a su empleado, pero luego éste no es capaz de perdonar a su compañero que le debía una pequeña suma. Dice el evangelista que el rey irritado le dice, no debías tú también tener compasión de tu compañero (Mt 18, 23-35). Si entendemos cuán grande ha sido la misericordia de Dios con nosotros, seremos capaces de hacerlo nosotros con los demás. Como esto ha sido así, Dios ha sido eternamente misericordioso con nosotros, podemos aceptar la invitación que nos brinda San Pablo “vosotros como elegidos de Dios, santos y llamados, revestidos de entrañas de misericordia” (Col 3, 12).
Feliz domingo de la Misericordia.
+ Vicente Rebollo
Obispo de Tarazona