Convertidos a la ortodoxia: Tatiana Góricheva

Agencia SIC

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Mons Agustí Cortés Es muy ilustrativo observar que muchos convertidos acceden a la fe cristiana encontrando en ella una verdadera y profunda liberación. Suelen ser personas que han sufrido las consecuencias de férreas dictaduras. Lo hemos visto en convertidos venidos de ambientes fundamentalistas o de radicalismos ideológicos. En este sentido contamos con un nutrido grupo de convertidos a la fe cristiana provenientes del "ateísmo institucionalizado" del régimen comunista en la Unión Soviética.

Quizá uno de los ejemplos paradigmáticos de esta experiencia sea Tatiana Góricheva. Nacida en 1947 en Leningrado, y aunque había sido bautizada subrepticiamente por una de sus abuelas, fue educada en la más estricta cultura atea o agnóstica, por la familia como por el sistema educativo comunista impuesto por el gobierno. Su gran inteligencia le permitió no sólo estudiar filosofía i radiotecnia, sino también convertirse en profesora y educadora al servicio de la ideología dominante. Sin embargo, siendo todavía muy joven, a los veinticuatro años, tuvo la suficiente clarividencia como para darse cuenta de las contradicciones de lo que vivía: no podía evitar la sensación de ahogo y de vacío que le obligaban a vivir. En un principio se refugió en la filosofía existencialista y en el pensamiento de Nietzsche, como una recuperación de libertad y voluntad de poder. Se convirtió en una especie de "aristócrata del espíritu", aunque, como ella misma dice, "odiando todo y amando la soledad". El profesor Boris M. Paramonov le reconvino: "¿Porqué intenta usted destruirlo todo? Vea que vivimos en un mundo en que el nihilismo ya ha triunfado?". Buscó experiencias liberadoras, como la práctica del yoga. Pero ella confesará que el yoga era sensación y puro "energismo" y que no lograba liberarle de sí misma. Entró entonces en un proceso de "melancolía indecible".

Una vez más, Jesucristo utilizará caminos insospechados. Practicando el yoga le proponen como "mantra" para una meditación mecánica el Padrenuestro. Y en

el mismo ejercicio, siente que eso que repetía como fórmula vacía era verdad, que el Dios a quien se dirigían aquellas palabras era principio de la vida, amante y providente, que buscó por amor al hombre para devolverle su verdadero rostro. Un efecto sorprendente: "empecé a querer a las personas", a amar el mundo y la humanidad sufriente? así empezó mi vida".

Lo que siguió a esta experiencia fue un camino de aventura y compromiso espiritual. Halló a otros muchos intelectuales que habían seguido el mismo camino. Contactaron con un sencillo y valiente pope, el P. Hermógenes, con quien ella y sus compañeros se confesaron. Fue el inicio de un proceso de encuentro con ella misma y con los otros en el amor sanador.

El resultado significó una vida de extraordinaria creatividad y compromiso. "Las piedras empezaron a hablar? Vi que sólo vale la pena vivir por aquellas cosas por las que querría y podría morir". Participó en el grupo de intelectuales "buscadores" de luz en la clandestinidad junto al P. Leonid, se dedicó a luchar por la causa de la mujer en la Unión Soviética (Hijas de Job), a dar conferencias y publicar títulos tan sugestivos como Hablar de Dios resulta peligroso, La fuerza de los débiles, Nadiezna significa esperanza. Testigos rusos de la fe en nuestro tiempo, La incansable búsqueda de la felicidad. Diario de viaje, todos ellos traducidos al castellano. Tuvo que sufrir el exilio en París junto a tantos otros, hasta la caída del muro de Berlín. Desde allí no ha dejado de lanzar su voz profética también sobre el mundo occidental, que considera adormecido en el materialismo.

+Agustí Cortés Soriano

Obispo de Sant Feliu de Llobregat