Formación religiosa escolar: decálogo

Formación religiosa escolar: decálogo

Agencia SIC

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Mons. Agustí Cortés Aprendamos una vez más, de la pedagogía de Dios. En este caso, para explicar a padres o a los propios alumnos, por qué hemos de pedir la clase de religión en cualquier centro escolar y la formación religiosa en un colegio confesional.

Cuando Dios reveló la Ley a Moisés utilizó un sencillo recurso pedagógico: condensó todo su mensaje en diez palabras o frases, que llamamos Decálogo. Eran breves y fáciles de recordar. Todas se referían al amor; las tres primeras al amor a Dios, las siete restantes al amor al prójimo. Aunque las llamamos así, "mandamientos", no eran meros mandatos, sino verdaderas palabras, mensajes en el marco de un diálogo comprometedor, es decir, en el marco de la Alianza. Cada una encerraba una promesa de libertad y felicidad.

Hagamos, pues, una adaptación a lo que podría ser un Decálogo a favor de la clase de religión o de la formación religiosa escolar.

1) Date cuenta de quién es Dios. Así se presentaba Él a sí mismo: "Yo soy el Señor, que te saqué de la esclavitud y te llamó a la libertad" (Dt 5,6). Al conocerle, le podrás amar sobre todas las cosas. Pensarás en Él y, con Él, pensarás el mundo y la vida. Conocerás la verdad de la vida, qué sentido tiene todo y dónde está la felicidad.

2) Sabrás distinguir entre quienes utilizan el nombre de Dios para sus propios intereses y quienes adoran al Dios amor, Padre de Jesucristo.

3) Aprenderás a celebrar la alegría en el descanso y en la fiesta, compartida con los hermanos y dedicada a la alabanza a Dios.

4) Te apasionarás con la vida en familia, con tus padres y hermanos, como la primera comunidad de vida y amor.

5) No solo verás que hemos de respetar la vida de los demás y de la naturaleza, sino que aprenderás a comprometerte para defender sus vidas y sus derechos.

6) Descubrirás el valor y el sentido de tu sexualidad y cómo vivirla en el marco del amor más pleno.

7) Conocerás qué significa la justicia social, el destino universal de todos los bienes, cómo usar de los propios, y el compromiso de ayudar a los más pobres.

8) Comprenderás porqué la Verdad nos hace libres; y cómo no solo hemos de ser siempre sinceros, sino también verdaderos, buscadores y defensores de la verdad.

9) Valorarás ante todo la integridad y la pureza de corazón, donde reside tu libertad y tu ser verdadero.

10) Sabrás cómo ser competente y luchador, sin abusar de otros, ni codiciar sus bienes, aceptando al mismo tiempo con alegría tu pobreza y tus límites.

Dos aclaraciones de gran importancia. Primera: esta Ley está inserida en el corazón de todo ser humano. Por eso no contiene nada que sea contrario a la verdadera humanidad y su presencia en el currículum escolar no resulta extraña. Segunda: Jesucristo no anuló esta Ley, sino que la llevó a su plenitud (Mt 5,17), amando hasta el extremo (Jn 13,1).

Se podrían añadir otros muchos artículos. Dejamos así este Decálogo, para poner a la luz algo fundamental: conocer al Dios cristiano significa abrirse a un mundo lleno de promesas y felicidad; vivir según Él es la salvación. La clase de religión en la escuela, y la formación religiosa en general, son ventanas abiertas a la vida plena, al conocimiento y, eventualmente, a la asimilación de la verdadera sabiduría, que enseña a afrontar la existencia, difícil o gozosa, sin perder la esperanza.

? Agustí Cortés Soriano

Obispo de Sant Feliu de Llobregat

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