El obispo auxiliar de Madrid revela la importancia de este 25 de marzo, día de la Anunciación

El obispo auxiliar de Madrid, Don Jesús Vidal, ha compartido su reflexión sobre el Evangelio de este miércoles de Cuaresma, 25 de marzo 

Video thumbnail
00:00

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El obispo auxiliar de Madrid, Don Jesús Vidal, ha compartido su reflexión sobre el Evangelio de este miércoles de Cuaresma, día 25 de marzo;

“Celebramos hoy la solemnidad de la Anunciación en este tiempo de Cuaresma, y podría parecernos extraño celebrar la Anunciación en Cuaresma, porque podría parecer que es más la celebración de un misterio de la Navidad. Dentro de nueve meses celebraremos la Navidad del Señor, y por eso esta solemnidad se sitúa en el 25 de marzo. Podemos recordar que, muchas veces, cuando nos acercamos hacia la ancianidad, vemos que en las personas se reavivan los recuerdos de su infancia, de cuando ellos eran niños. Por eso no es extraño que, caminando con el Señor hacia la entrega de la vida, también nosotros miremos a su infancia, miremos a su origen.

¿Quién es este que va a dar la vida por nosotros? Es el hijo de María, es el hijo de Dios, el Hijo del Altísimo. Por eso en Él se muestra que, aquel para quien “nada es imposible” como le dirá el Ángel a María, va a morir por nosotros, va a entregar la vida por nosotros. ¿Si nos va a mostrar así, cuál es el amor más grande? Para Él nada es imposible, y nada puede poner freno a su amor, a su estar con nosotros, a traspasar el dolor, el sufrimiento y la muerte para conducirnos a la Gloria. Por eso nosotros acompañamos al Señor en este camino, y lo acompañamos con María.

Las palabras con las que María responde al Ángel al final del Evangelio que escuchamos este miércoles nos ayudan a entender cómo podemos acompañar. María dice “hágase”. Esta palabra puede acompañarnos en este tramo final de la Cuaresma, para que nosotros nos unamos también al Señor en el camino a Jerusalén y con María permanezcamos al pie de la Cruz, recibamos en los brazos al Señor que ha dado la vida por nosotros y participemos así también de la Gloria de su Resurrección. Que estos días, con fuerza, cada uno de nosotros diga ante el Señor “hágase”.