Así gestionaban un emperador romano y su gobernador el "problema de los cristianos"
Esta conversación entre Plinio el Joven, historiador y gobernador provincial, y el emperador Trajano, da marco histórico a Cristo y al cristianismo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El cristianismo es la religión más perseguida del momento. Desde tiempos de Cristo hasta nuestros días, el ser cristiano ha sido una tarea difícil. El propio Jesús murió crucificado por presentarse como el Mesías ante los judíos. Desde que resucitó y envió a los apóstoles y discípulos al mundo para anunciar esa buena noticia, la persecución ha continuado.
Uno de los centros de hostigamiento contra los cristianos fue la Antigua Roma. Hasta el Edicto de Milán del emperador Constantino en el 313 d.C, los emperadores y gobernadores romanos tenían al cristianismo como una religión enemiga. Muchos de los seguidores de Cristo eran perseguidos, encarcelados e, incluso, asesinados. Eran un problema más que resolver en los territorios del imperio. Así ocurrió en tiempos del emperador Trajano, que dialogaba así por carta con el gobernador e historiador Plinio el Joven sobre los cristianos.
Estos fragmentos pertenecen a su libro décimo, en el que explica de forma detallada al emperador los problemas menores a los que se enfrenta como gobernante de una provincia romana. Uno de ellos, es el problema de los cristianos.
1. Plinio escribe a Trajano: "¿Qué hacer con los cristianos?"
La misiva, la número 96 de su décimo libro, contiene la preocupación y las dudas que expone el historiador ante el emperador ante las decisiones que tomar en lo relativo a los cristianos:
Es habitual para mí, señor, informarle todos los problemas sobre los que tengo dudas. ¿Quién, de hecho, puede soportar mejor mi vacilación o llenar mi ignorancia? Nunca participé en consultas sobre los cristianos, así que no sé qué y en qué medida generalmente castigo o investigo. Tampoco me he preguntado si hay alguna diferencia entre las edades, o si las personas, aunque sean jóvenes, no se diferencian en absoluto de las mayores; si se otorga el perdón al arrepentimiento, o si la persona que ciertamente ha sido cristiana no se beneficia de haberse detenido; si el nombre en sí mismo es castigado incluso si está libre de delitos o de los delitos relacionados con el nombre.
2. "Los que perseveraron, fueron llevados a la muerte
El que también fuera cónsul del emperador, e incluso su asesor personal, estaba de gobernador en Ponto y Bitinia. Proseguía en su misiva contándole lo que había hecho, a pesar de sus dudas. Buscó la confesión de aquellos a los que apresaba y, si no conseguía que se retractasen de su fe, los ordenaba matar. Plinio consideraba la fe de los cristianos como "una obstinación inflexible que debía ser castigada".
Mientras tanto, he seguido este comportamiento hacia aquellos que me fueron referidos como cristianos. Les pregunté directamente si eran cristianos: a los que confesaron les pregunté por segunda y tercera vez, amenazando la sentencia de muerte: los que perseveraron ordenaron que fueran llevados a la muerte. Tampoco, de hecho, dudaba que fuera lo que fuera lo que confesaran, la obstinación y la obstinación inflexible debían ciertamente ser castigadas.
3. Mártires y retractados
Plinio expuso también a Trajano las variadas situaciones a las que tenía que enfrentarse con el tema de los cristianos. La prueba a la que les sometía para verificar que no seguían a Cristo, o habían dejado de seguirle, era que adorasen la estatua del emperador o a las de los dioses con diversas ofrendas.
Hubo otros de la misma locura que, como eran ciudadanos romanos, ordené que fueran enviados a Roma; luego, como suele ocurrir, en la investigación misma, cuando se difundió la acusación, se presentaron varias situaciones. Se presentó una queja sin nombre que contiene los nombres de muchos. Aquellos que negaron que eran cristianos o que habían sido cristianos, en el caso de que, por sugerencia mía, invocaran a los dioses y suplicaran con incienso y vino ante su imagen que yo había ordenado, fueron traídos para este propósito con las estatuas de los dioses, y también renunciaron y sentí que debían ser liberados. Otros, citados por un acusador, dijeron que eran cristianos y luego lo negaron; dijeron que realmente eran pero haber cesado, unos tres años antes, algunos durante varios años, algunos incluso durante veinte años. Incluso todos estos adoraron tu imagen y las estatuas de los dioses y negaron a Cristo.
4. Cristianos de todas las edades, de toda clase social, de ambos sexos...en la ciudad y en el campo
El gobernador añadía a Trajano que lo único que encontraba como objeto de acusación en los cristianos era su hábito de "reunirse un día antes del amanecer y de cantar entre ellos alternativamente un himno a Cristo, como a un dios", aunque también reflexionaba que "el hábito de irse y volver a juntarse para comer, sin embargo, es común e inocente". No obstante, esas reuniones evidenciaban la aplicación de las medidas de las que Plinio hablaba a Trajano...y la expansión del cristianismo.
De hecho, parecía algo digno de ser consultado, especialmente por el número de personas involucradas en el peligro. Muchos, de hecho, de todas las edades, de todos los niveles sociales, de ambos sexos siguen siendo arrastrados y serán arrastrados al peligro. Tampoco, de hecho, solo las ciudades, sino también las aldeas y el campo han sido invadidas por el contagio de esta superstición; Lo que parece estar frenado y corregido.
5. Trajano responde a Plinio
La respuesta de la máxima autoridad de Roma a Plinio fue clara. Descartaba que tuviese que ordenar que los buscaran. Únicamente, aquella persona que fuera denunciada con documento, el libelli, firmado, y probada como cristiana, sufriría el castigo. Se daría la opción, además, de que renunciara a Cristo adorando a las deidades de Roma como forma de arrepentimiento.
Al instruir sobre las pruebas de aquellos a los que se les había referido como cristianos a los que siguió, segundo, el proceso que se suponía. Y, de hecho, no podemos establecer algo en general que tenga una forma casi obligatoria. No deben ser buscados; si son denunciados y probados culpables, deben ser castigados, pero de tal manera que el que negó ser cristiano y lo demostró con hechos, es decir, suplicando a nuestros dioses, aunque se sospechaba en el pasado, obtiene perdón después del arrepentimiento. Los libelli presentados entonces sin firma no deben tener espacio en ninguna acusación. De hecho, es un comportamiento muy malo y no es digno de nuestra época. ( Epístulas X, 97)
La persecución cristiana
La persecución a los cristianos en tiempos del Imperio Romano ayuda a dar sentido histórico a la fe que enseñó Jesucristo hace miles de años. Estas cartas prueban que esta religión se expandió por todo un imperio y que generó la necesidad de una reacción contra el culto cristiano.
La actitud de los emperadores romanos varió. Adriano y Antonino Pío fueron más indulgentes con los cristianos, no así Decio, que sí que fue el impulsor desde el 250 de la obligación de adorar a dioses paganos bajo pena de muerte.