Un joven pretende entrar en el autobús sin pagar y su "penosa" actitud hizo que el desenlace fuese inesperado
Los hechos tuvieron lugar en la provincia de Toledo
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La estación de autobuses de Toledo tiene un serio problema que afecta de manera considerable a los usuarios. Y es que, a diferencia de la mayor parte de las estaciones de ciudad, no dispone de máquinas para poder adquirir el ticket de viaje a alguno de los pueblos cercanos de la provincia o de Madrid (capital incluida). A ello se suma la ausencia de personal en la taquilla, cuya figura desapareció a la misma velocidad que el coronavirus comenzó a expandirse por España a comienzos del mes de marzo.
Así las cosas, el billete únicamente puede adquirirse en el mismo autobús. Pero el proceso tampoco está exento de dificultades ya que no admiten billetes superiores a 20 euros. Por supuesto, tampoco cuentan con datáfonos para efectuar el pago con tarjeta. Limitaciones de las que no se informan ni en la página web de la estación ni en las propias instalaciones.
Quienes viajan con cierta frecuencia en autobús son conocedores de estas trabas, pero los que no, se encuentran en ocasiones con que su vehículo está a punto de partir y no tiene manera de pagar, al no llevar consigo dinero suelto o billetes pequeños (igual o inferior a 20 euros). Por ello, no han tenido más remedio que posponer el viaje a la siguiente hora disponible y acudir a un cajero para extraer dinero en efectivo. En este punto, cabe señalar que la distancia entre el cajero más cercano y la estación es de más de un kilómetro, teniendo que subir al Casco Histórico de Toledo.
El joven que perdió los papeles por no poder entrar en el autobús
Como decimos, las discusiones entre el chófer y el usuario son frecuentes. Y como ocurre en estos casos, el primero tiene las de ganar, provocando la frustración del segundo, que únicamente tiene la posibilidad de reclamar en la página Web. Hasta ahora parece no haber surtido efecto las quejas.
En esta vorágine de frustraciones, algunos pierden los papeles, sacando lo peor de si mismo. Es lo que ocurrió hace un tiempo en la estación de autobuses de la capital castellano-manchega.
El usuario, que rondaba los treinta años de edad, no llevaba consigo dinero en efectivo. Cuando se encontraba en la cola para acceder al vehículo, el chófer le explicó que no se admitía tarjetas, y que su única opción era acudir a un cajero.
El joven tenía cierta prisa por acudir a Madrid (al parecer por motivos laborales) por lo que las explicaciones del conductor no le convencieron, por lo que reaccionó de malas maneras, maldiciendo al conductor (que por otro lado, y que quede bien claro, no es el responsable de las deficiencias del servicio) y amagando con entrar en el autobús por la fuerza.
No llegó a tranquilizarse, pero el joven usuario cedió y se bajó del vehículo para sacar el dinero necesario. Mientras tanto, elevaba el tono quejándose del servicio: "Es patético", "vaya m... de servicio", etc etc.
Todo dio un giro de 180 grados gracias a esta aparición
Por suerte, en el mundo hay gente muy comprensiva, siempre dispuesta a ayudar. En la cola había una mujer, de edad ya madura, que lejos de asustarse por la reacción violenta del joven se acercó a él para interesarse por su situación. El joven se desahogó explicándoselo todo y ella trató de restarle importancia a lo ocurrido. De hecho, nadie de los presente que asistían a la escena se esperaba que aquella señora fuese la salvadora de aquel chico.
Y es que le ofreció asumir ella el coste del viaje, que ronda los 5'5 euros. El chico ya pareció relajarse al ver la luz y se mostró muy agradecido. Como no podía ser de otra manera, el joven ofreció a la mujer devolverle el dinero vía transferencia o Bizum, pero esta se negó: "Hoy por ti y mañana por mí", le respondía.
Un bello gesto de ayuda al prójimo, tal y como predicaba Jesús en el Evangelio. Concretamente en la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-38), cuando un Maestro de la Ley le pregunta a Jesús qué debe hacer para alcanzar la vida eterna. Jesús le responde que dos cosas: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo”. He aquí un ejemplo.