María Asunción, la mujer sevillana de 99 años que escribió al Papa para que cambiara el Catecismo

María Asunción Milá logró que le llegara una carta al Papa pidiendo que se reescribiera el punto del Catecismo sobre la pena de muerte y ahora la Iglesia Católica lo ha cambiado

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La Iglesia ha reformulado el punto sobre la pena de muerte en el catecismo. Y en medio de esta gran noticia aparece Maria Asunción Milá. Tiene 99 años, vive en Sevilla y se ha pasado "media vida" luchando contra la pena de muerte. Ella dice que es "católica, apostólica y romana" según sus propias palabras. Por eso en esa lucha, ha pedido al Vaticano que se reformulara el artículo del Catecismo que aceptaba la pena de muerte en algunos casos. 

Al darle la enhorabuena por sus esfuerzos, me sorprende su respuesta: "No soy yo la que lo ha conseguido. Yo he colaborado. Es la iglesia la que lo ha cambiado. Hay mucha gente en el mundo que lucha contra la pena de muerte."

María Asunción llevaba años luchando contra la pena de muerte en el mundo "junto a muchos otros." Al buscar la raíz del problema se encuentra con el catecismo y decide escribir al Papa, pero las cartas "no le llegaban como es lógico."

Hasta que en 2015, en una audiencia privada con Francisco, un hombre hizo de intermediario y consiguió que le llegara su famosa carta: "cuando ya se iba el Papa le dijo: 'Santidad tenemos un problema' y entonces se dio la vuelta '¿Qué pasa?' Y le empezó a explicar que en Sevilla había una señora muy vieja que no estaba dispuesta a abandonar este mundo, hasta que el Papa no se enterara de lo que le decía en la carta. Y el Papa se rió mucho."

Carta de María Asunción a el papa

Días más tarde, María Asunción recibe su respuesta. "De su puño y letra." A nuestro Papa se le conoce por su cercanía, y es frecuente que él mismo responda a muchas cartas que le llegan. En esta respuesta le agradecía a María Asunción por su lucha y que "toma en cuenta lo que dice sobre el Catecismo y pediré que se estudie el cambio."

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Y tres años más tarde, el sueño de esta valiente mujer se hace realidad. Gracias a esa preocupación y sensibilidad de toda la Iglesia, se ha producido el cambio esperado. 

"La Iglesia es la protagonista"

Es un momento histórico e importantísimo para la Iglesia Católica. Por fin -tras muchos años de recorrido- se ha reformulado el punto del Catecismo sobre la pena de muerte. En definitiva el cambio viene a decir que cualquier vida, aunque sea la del peor de los delincuentes, es "inviolable".

María Asunción no ha reformulado el Catecismo. Según Monseñor Amadeo Rodríguez Magro, Obispo de Jaén y presidente de la Subcomisión Episcopal de Catequesis (casi nada), ni siquiera el Papa ha cambiado este punto. Ha sido "toda la Iglesia".

"Este cambio viene de largo," nos asegura, "en la Iglesia ha habido muchas corrientes importantes como la Comunidad de San Egidio, que hizo una gran campaña a favor de la abolición de la pena de muerte." De hecho el propio Papa Benedicto XVI apoyó esta campaña y "ya Juan pablo II matizó" el punto sobre la pena de muerte.

El cambio

Dentro de la explicación del mandamiento "no matarás", en el apartado sobre "el respeto de la vida humana" y en el marco de la legítima defensa, el catecismo decía así:

2267 La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas.

Pero si los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana.

Hoy, en efecto, como consecuencia de las posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen, haciendo inofensivo a aquél que lo ha cometido sin quitarle definitivamente la posibilidad de redimirse, los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo «suceden muy [...] rara vez [...], si es que ya en realidad se dan algunos» 

Tras la reescritura este punto asegura que: "la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo".

Francisco además ha argumentado este cambio: "hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera luego de haber cometido crímenes muy graves". 

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