El italiano que se convirtió en la cárcel y cuida de los inmigrantes ante el peligro de la mafia calabresa

A Bartolo, de 63 años, le llaman "Papa África". Él cuida de los inmigrantes como respuesta a la promesa que le hizo a la Virgen, en una zona peligrosa 

Antonia Messineo | Credere

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

La Piana de Gioia Tauro es uno de los municipios más poblados de la región de Calabriaal sur de Italia. Allí vive "Papá África"un hombre de 63 años que se preocupa por los inmigrantes y necesitados que residen en la región. Bartolo Mercuri les trae mantas y comida, les hace compañía junto a los voluntarios de su asociación "El Cenáculo"

A las puertas de su asociación acuden cientos de personas en necesidad, muchos de ellos, inmigrantes. Esa es la imagen cada semana hasta llegar a 20 años ayudando a los demás. Bartolo lo hace porque se lo prometió a la Virgen María y a Jesús, dos personas de las que, antes de su paso por la cárcel, no quería ni oir hablar. 

Bartolo trabajaba en una tienda de muebles. ¿Cómo acabó en la cárcel? Él mismo lo cuenta a la revista Credere: "Era el 25 de septiembre y de regreso de Milán, para la Feria del Mueble, conocí a un niño de Melicucco en el tren. Viajamos juntos y cuando llegamos a Rosarno tomamos un taxi juntos. En el camino, la policía nos detiene y durante el control encuentran un rifle en la bolsa del niño y nos arrestan".

Confundido con un mafioso

¿Por qué había acabado Bartolo en prisión? Lo habían confundido con 'Ndrangheta.¿Qué es 'Ndrangheta? La mafia calabresa que opera en la zona de Regio de Calabria, todo el sur de Italia. 

Así se había truncado su historia. Con 33 años, casado y con dos hijos pequeños por entonces, Bartolo iba a ir a la cárcel. Le sentenciaron a 4 años y 4 meses de prisión, pena que se vio reducida a dos gracias a los otros dos que pasó en libertad condicional. Esa condición le había permitido ir a trabajar a la tienda de mueblesPero estaba enfadado...con Dios. Le culpaba de lo que le había pasado.

"Tenía un historial limpio, nunca le había hecho daño a nadie", relata a la revista italiana. Cuando llegó un día a su casa hasta impidió que su esposa fuese a misa. 

Entre pucheros y barrotes, la luz

Desde la prisión, Bartolo trabajó todo lo que pudo los dos años que estuvo. En la cocina, preparando la comida para toda la prisión o lavando platos, conseguía este vendedor de muebles sacar dinero que enviar a su familia.  Ahora, es capaz de ver en esa posibilidad, la de conseguir dinero dentro de la cárcel, a Dios. Por entonces, seguía sin querer saber nada de Él. 

Bartolo vio la luz. Literalmente. Vio a Dios en la luz. Durante las horas de tiempo libre que les daban en prisión, sus ocho compañeros solían salir a tomar el aire. Él no. Él se quedó pensando en su mujer y en sus hijos cuando vio entrar la luz a su celda y, al pensar en Dios, se puso a llorar. "Dios mío, nunca me dejaste", dijo entonces. 

Con la Biblia dentro y fuera de la celda

Bartolo decidió cambiar su vida. Les dio una sorpresa a sus familiares. Cuando fueron a verle a la cárcel, les pidió que le trajesen la Biblia. Su madre, su hermano y su mujer estaban extrañados.

"Cuanto más leía la Biblia y más me enamoraba de Dios, más conocía a Jesús"

Sus compañeros de celda se reían de él por leer la Biblia, pero Bartolo seguía enamorándose de Dios. Incluso, salía algunas veces a tomar el aire con los demás. "Cuanto más leía la Biblia y más me enamoraba de Dios, más conocía a Jesús", subraya. A su salida del centro penitenciario, conoció al movimiento de la Renovación en el Espíritu. Lo hizo gracias...a un mariscal de los carabineros, de la policía

Una promesa a la Virgen que tardó en cumplir

Su conversión seguía. Vino una crisis a su tienda de muebles, una inundación en el piso donde se encontraba hizo que se pudrieran. De nuevo, lloró y rezó. En este caso, añadió una promesa a la Virgen: si le ayudaba a salir de esa situación, cuidaría de los pobres. "Si me ayudas a levantarme, te prometo que cualquier hombre pobre que conozca en mi calle me ocuparé de él".

"Si me ayudas a levantarme, te prometo que cualquier hombre pobre que conozca en mi calle me ocuparé de él"

Pero se olvidó de su promesa durante cinco años. Un día, pasando frente a un edificio municipal abandonado, se acordó de lo que le había dicho a la Virgen María. Vio en ese edificio la posibilidad de cumplir su palabra. Lo hizo. Pidió permiso al municipio para rehabilitar la sede y ahora allí está "El Cenáculo". Junto a él, en la asociación, el mariscal de policía que le ayudó

La caridad y la Biblia vencen a la mafia calabresa

Lleva casi 20 años de trabajo. No fue fácil. La mafia esta vez sí se cruzó en su camino. Tenía dos autobuses con los que iban recogiendo a los pobres y a los inmigrantes que se encontraban. Los llevaban a la asociación para atenderlo. "La policía hacía la vista gorda", reconoce a Credere. Sin embargo, la 'Ndranghueta no. Sus autobuses aparecieron quemados. Bartolo quiso dejarlo, pero el obispo de la región salió en su ayuda: "Su asociación es una obra de Dios, no puede ser abandonada". 

"Su asociación es una obra de Dios, no puede ser abandonada"

"El Señor me llamó para ayudar a estos hermanos, yo solo hago su voluntad. Él me está utilizando". Así resume Bartolo todo lo que hace. Pone en gestos concretos la Biblia, la que a él le ha cambiado la vida y que acerca, desde la caridad, a quienes lo necesitan.