La Milagrosa: la medalla que la Virgen pidió a Santa Catalina

Las tres apariciones en las que la Vigen María reveló cómo tenía que ser la Medalla Milagrosa

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La Milagrosa: la medalla que la Virgen pidió a Santa Catalina

Marina Martín Álvarez

Publicado el - Actualizado

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Nos remontamos a julio de 1830. Catalina Labouré es una joven francesa que siente especial devoción por la Virgen María. Catalina es una novicia de la Comunidad de las Hijas de la Caridad en París. Una comunidad que se dedica fundamentalmente a trabajar como enfermeras en hospitales. 

Una noche, Catalina se dirigió a la capilla. Allí, le estaba esperando el Sagrario...y la Virgen MaríaCatalina se reunió con Ella y conversaron durante varias horas. Una joven que tuvo tres oportunidades de ver a la Virgen. En esas tres ocasiones, Catalina recibió mensajes de María.

En la primera aparición María le dijo: “te voy a encomendar una misión”. Esa misión fue la construcción de la medalla de la Virgen de la Milagrosa. Un diseño con el que la Virgen quería que los fieles sintieran una protección y pudieran recordarla día a día, fortaleciendo así su fe. María le dijo: “Haz acuñar una medalla según este modelo. Quienes la lleven puesta recibirán grandes gracias, especialmente si la llevan alrededor del cuello”.

Durante la segunda aparición, la Virgen le contó cómo tenía que ser la delantera de la medalla. En esta cara de la medalla aparece María de pie sobre el mundo, y aplastando una serpiente, que representa al demonio. Además, de sus manos salen unos rayos que significan las gracias.

Durante la tecera aparición, le dijo cómo tenía que ser el reverso de la Medalla. En esta parte hay un Sagrado Corazón de Jesús rodeado por una corona de espinas y el Inmaculado Corazón de María traspasado por una lanza. Además, aparece la letra “M” de María entrelazada a una cruz. Bordeando la medalla se pueden observar doce estrellas que hacen referencia a los Apóstoles.

Santa Catalina Labouré le explicó a su confesor cada una de estas apariciones. Pero no reveló que había recibido el diseño de la Medalla hasta un poco antes de su muerte, 47 años después.

La Iglesia aprobó la distribución de las primeras medallas en 1832 en París.

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