¿Qué es ser santo?

¿Cómo se puede llegar a ser santo? ¿Es algo imposible? ¿eran los santos superhéroes?

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Javier González

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Puede que la palabra 'santo' haya ido recolectando connotaciones a lo largo de la historia que hagan que sea un término difícil de comprender. Pero en el fondo, es mucho más fácil de lo que parece. Para la Iglesia Católica el santo es un ejemplo para todos los demás. Un referente al que seguir para ser feliz y llegar al fin último: la vida eterna.

Parece que la 'santidad' es algo lejano, imposible, casi una aspiración idealizada. Y en parte, es cierto. Es un objetivo, un ideal y algo a lo que se aspira: ser la mejor versión de uno mismo. Pero la realidad y la historia nos confirman que no es algo imposible. Que la humanidad siempre ha estado -gracias a Dios- acompañada por muchas personas que han querido dar su vida por esta causa. 

Los santos son personas normales, como tú y como yo. El mismo San Agustín -Doctor de la Iglesia- anduvo un poco perdido antes de comenzar esa vida por la que todos le conocemos hoy. Eran y son de carne y hueso y tenían -y tienen- las mismas preocupaciones, los mismos problemas y las mismas luchas que nosotros. Las vidas de los propios santos lo demuestran.

"Ser santo no es beber agua bendita ni cosas raras. Ser santo es ser lo que tienes que ser en la vocación que Dios te ha dado." Así lo explica Don José Juan, sacerdote en Covadonga (Asturias). "Que se refleje en ti el amor de Dios. Que los demás se queden impactados de que realmente hay bondad y bien en tu vida. La santidad de andar por casa, de hacer el bien cada día."

Por supuesto, también hay que decir, que la santidad no solo depende de uno mismo, pues somos muy imperfectos. Pero la gracia de Dios lo puede todo, y lo sabemos con el testimonio que nos han dejado tantas personas a lo largo de la historia. Ellos dijeron que sí, dedicaron su vida a la bondad y Dios hizo el resto.

¿Imaginas un mundo en el todos intentemos ser mejores personas? Pero de verdad, con esfuerzo y dedicación. Los santos tampoco eran perfectos, así que... ¿por qué no intentarlo?

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