Álvaro Mota, presidente de la JEC: "Los jóvenes necesitamos ser protagonistas de nuestra propia vida"
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La sala de bóvedas del Seminario de Plasencia, convertido en centro de actividades de la Casa de la Iglesia, tuvo lugar el 18 de noviembre, una conferencia sobre el tema "Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional", que siguiendo las directrices del Papa Francisco, se tratará en el próximo Sínodo de los obispos y que será también objetivo fundamental en nuestra diócesis este curso.
xpuso la charla el presidente de la
(JEC),
, quien resumió en 12 claves, con abundantes experiencias personales, el documento preparatorio.
¿Por qué hablas sobre "Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional"?
El Papa Francisco ha puesto sus ojos en la juventud, con el deseo de que la Iglesia sintonice decididamente con las personas más jóvenes y pueda dar respuesta a sus problemas, inquietudes y preocupaciones. Además, lo hace, como acostumbra, con la mirada hacia afuera y poniéndose, en primer lugar, a la escucha. El propio planteamiento de este Sínodo, cuyo punto de partida es un documento que analiza la realidad juvenil y una encuesta que busca llegar a toda la juventud, es una ocasión estupenda para ponerse en movimiento. Es un momento muy propicio, por tanto, para reflexionar, profundizar y hablar sobre este tema.
¿Qué necesitan los jóvenes?
Los jóvenes necesitamos, ante todo, ser protagonistas de nuestra propia vida en un contexto especialmente hostil en el que se nos niegan continuamente oportunidades como la de realizarnos profesionalmente en aquello para lo que hemos invertido mucho tiempo de estudio y esfuerzo, echar a andar un proyecto personal de vida propio o un reconocimiento y escucha verdadera de nuestra voz en la sociedad. Necesitamos espacios de pertenencia y participación en los que, frente a una cultura que potencia continuamente la fragmentación y el individualismo, podamos reconocernos en la lucha por causas colectivas y el deseo de cambio. La Iglesia tiene un papel fundamental aquí, pues en una coyuntura de mucho enfrentamiento y polarización en lo político y social, puede ofrecer espacios de vida comunitaria, de cultivo de la interioridad de la persona y, sobre todo, de propuestas de sentido sobre la base y la raíz de la fe.
¿Cómo se pueden alumbrar los caminos de misión y vocación?
Con la continua, paciente y perserverante artesanía del acompañamiento. Acompañando a las personas jóvenes en nuestros espacios vitales (estudiantiles, sociales, laborales?), acompañando en los momentos cruciales (toma de decisiones, opciones de vida?). Esto exige salir de las lógicas de inmediatez de resultados que imperan en nuestro mundo y pasar a mirar y mimar los procesos que se desarrollan en el tiempo y cuyos frutos no se ven, casi nunca, a corto plazo. La vocación, en el sentido amplio, como la plantea el Papa Francisco (estado de vida, profesión, compromiso con el bien común?) implica ayudar al joven a "centrarse para descentrarse". Es decir, trabajar la persona para, posteriormente, ponerse a la escucha de las necesidades de la realidad y ponerse en camino. La vocación siempre nace de escuchar la llamada de Dios desde la lectura creyente de nuestra realidad, y esto solo puede llevarnos a la acción comprometida. No hay vocación sin misión.
¿Cuál es el perfil del acompañante de un joven?
?Los perfiles son diversos, pero podemos decir que la tarea del acompañamiento tiene, también, que nacer de una vocación. El papa define muy bien el perfil del acompañante con las siguientes características: la mirada amorosa, la palabra con autoridad, la capacidad de hacerse prójimo, la opción de caminar al lado y el testimonio de autenticidad. Para mí es fundamental que la persona acompañante se haga presente en los espacios y tiempos donde la persona "se juega su vida" y que sea capaz de alumbrar preguntas desde la fe y la vida que le lleven a cuestionarse, a tomar las riendas de su proyecto y ponerse en camino. Es muy importante que la persona sea un referente cercano que viva la experiencia de la fe desde una opción libre de compromiso y fidelidad.
¿Cómo se logra implicar a toda la comunidad en la educación de los jóvenes?
Tomando conciencia de que es una tarea compartida. En la Iglesia tenemos mucho trabajo que hacer para que en nuestras prácticas, dinámicas y modo de articular la pastoral tengan un papel mucho más protagonista algunos colectivos, como la juventud y la mujer. Esto exige confianza, pues, muchas veces, a quienes más experiencia tienen les cuesta soltarse y confiar en las personas que vienen detrás. Tenemos que tener claro que hacer pastoral juvenil es hacer pastoral desde los jóvenes y no únicamente con los jóvenes o para los jóvenes. Y que solo apostando por la juventud estaremos apostando por construir personas íntegras, libres, felices, auténticas y comprometidas.
(Diócesis de Plasencia)