Discípulas de Jesús, 75 años caminando en Valladolid

Discípulas de Jesús, 75 años caminando en Valladolid

Agencia SIC

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"El 15 de diciembre celebramos los 75 años del Instituto Discípulas de Jesús, nacido aquí, a la sombra del Sagrado Corazón. Por diversos caminos el Señor nos llevó a esta tierra, a este sitio concreto, para comenzar nuestra andadura", relatan las religiosas vallisoletanas, que el pasado día 16 clausuraron los actos de la efeméride con una Eucaristía presidida por el director de la Hermandad de Sacerdotes Operarios, Florencio Abajo.

a inspiración la tuvo el

, rector del Pontificio Colegio Español de Roma, un día soleado, en Plasencia, el 18 de agosto de 1931. Fue de golpe, sin haberlo pensado antes. Lo vio claro y todo de una vez: "la tarea, el estilo y hasta el nombre de Discípulas". Tan completa fue la luz que, según rememoran las Carmelitas, "aquella tarde, nos habló de la posibilidad de que no fuese él quien lo llevase a cabo; pero con la certeza de que Dios lo haría".

La idea fue madurando en su corazón. En Roma consultó a personas de su confianza: teólogos, juristas, religiosos y a dos obispos españoles (uno de ellos, don Antonio García, sería más tarde arzobispo de Valladolid). Todos le animaron a seguir adelante con su proyecto: "Un instituto de mujeres con el sello de espíritu sacerdotal". No hablaba de sacerdocio ministerial, explican ellas mismas, sino del espíritu sacerdotal, intuyendo la teología del sacerdocio real de los fieles, que años más tarde desarrollaría el Concilio Vaticano II.

Aunque todo estaba preparado para comenzar en Toledo el 20 de Julio de 1936, Dios tenía otros designios. El día 18 empezó la Guerra Civil y el 23 don Pedro murió mártir. Tras unos años de incertidumbre, en julio de 1939, la Hermandad de Sacerdotes Operarios resolvió dar continuidad al proyecto y encargar su fundación a José María Jiménez. Se eligió Valladolid y se solicitó el permiso al arzobispo, que no solo lo concedió, sino que lo apoyó y patrocinó.

La espiga enterrada en el surco del martirio da su fruto

A mediados de enero de 1940, en el 21 de la calle Santiago, se reunieron las primeras jóvenes. José Mª Jiménez pidió a la Compañía de Santa Teresa el permiso para que la madre María Teresa Rubio las orientara en los inicios y el 2 de febrero se inauguró oficialmente la casa. El piso acabó resultando insuficiente y en diciembre de 1941, tras muchas dificultades, se trasladaron a la nueva casa frente a la parroquia de la Magdalena. Un año después, el 15 de diciembre de 1942, el decreto de erección aprobó su constitución como Instituto Religioso de Derecho Diocesano.

El arzobispo, don Antonio García, quiso otorgarles toda la solemnidad y eligió el Santuario de la Gran Promesa para las primeras profesiones, el 21 de diciembre. El Seminario en pleno cantó y dirigió la ceremonia. El director general de la Hermandad con un grupo de operarios, muchos sacerdotes de la ciudad y amigos, acompañaron también a las primeras Discípulas de Jesús.

Su integración en la Diócesis siempre ha sido total. Desde que empezaron en la casa frente a la parroquia de la Magdalena ayudan en la catequesis, dirigen el ropero formado por señoras y jóvenes, colaboran en el arreglo de la iglesia, etc. En su casa abrieron una puerta directa desde la capilla a la calle para que la gente pudiera participar en sus oraciones y cultos. Crearon un taller para la elaboración de ornamentos litúrgicos para la realización de los más variados bordados en oro y otros materiales.

El 4 de octubre de 1943 comenzaron además con el colegio Preseminario para preparar al ingreso en el Seminario, tanto diocesano como extradiocesano (varios de nuestros sacerdotes se formaron allí), y con el Jesús Maestro. Al principio los centros eran solo de niños, pensando en una posibilidad presbiteral o religiosa, aunque abiertos a todos los alumnos, lo que se reconoció como una novedad en España.

En 1949 el arzobispo las invitó a hacerse cargo del Hogar Sacerdotal (labor que continúan desarrollando), en el Rosarillo, y allí se trasladó también el colegio Preseminario. Más tarde abrieron en la calle Colón un colegio femenino de primera enseñanza, que se amplió en otro edificio próximo. El 25 de Febrero de 1971 se trasladó al actual edificio, en el Camino del Cementerio, y en el curso 1971-72 se fusionaron allí el del Rosarillo y el actual, colegio Juan XXIII.

(Iglesia en Valladolid)