La basílica de Santa Lucía de Roma, tomada por miles de cajas con bienes de primera necesidad para Ucrania

La corresponsal de COPE en Roma ha sido testigo del trabajo a destajo que realizan los voluntarios en este templo para hacer llegar la ayuda al pueblo ucraniano

Redacción Religión

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La ola de solidaridad hacia el pueblo ucraniano no cesa a lo largo y ancho del planeta. Prueba de ello es Roma, donde miles de personas han enviado toneladas de bienes de primera necesidad, especialmente medicamentos, a la basílica de Santa Sofía, donde se encuentra la comunidad católica de Ucrania en la capital italiana.

Allí, decenas de voluntarios trabajan a destajo para hacer llegar la ayuda al pueblo ucraniano a través de camiones. Tal y como ha podido comprobar en las últimas horas la corresponsal de COPE en Italia y el Vaticano, Eva Fernández, decenas de vehículos de romanos y ucranianos se agolpan ante la basílica para llevar su ayuda. "¿Necesita algún voluntario más?", pregunta un señor romano al rector de Santa Sofía, el padre Marco Semehen, que contesta: " Siempre vienen bien dos manos más".

Santa Sofía se ha convertido de esta manera en un enorme almacén del que ya han salido diez camiones para tres ciudades del oeste de Ucrania, entre ellas Ivano-Frankivs'k, donde hay centros de distribución de Cáritas desde los que intentarán llevar a varias ciudades sitiadas, donde está empezando a escasear todo, esta ayuda, que incluye desde mantas a pañales, e incluso una fila infinita de botes de crema de cacao, el dulce que los italianos comprarían para sus hijos.

Este jueves, 3 de marzo, ha llegado un nuevo cargamento con medicinas y material sanitario de primera necesidad enviado por el Papa Francisco. El Padre Semehen, ha explicado que las peticiones de lo que se necesita en Ucrania van cambiando, pero que "lo más urgente son medicinas, a lo que ha respondido el Santo Padre y muchas otras asociaciones, ambulatorios y farmacias de toda Italia y luego también se necesita comida, sobre todo latas que se puedan abrir y comer al momento, sacos para dormir, pilas, antorchas y objetos de higiene personal".

El rector de Santa Sofía explica que también se está poniendo en marcha una red de acogida para los ucranianos que vayan llegando tras escapar de la guerra. Junto a los impresionantes mosaicos de inspiración bizantina de Santa Sofía, se encuentra este improvisado almacén donde, sobre todo las mujeres ucranianas, que son el 80% de los migrantes de este país, clasifican en el sótano de la parroquia el material que les llega y lo colocan en cajas para poder enviarlo lo antes posible.

Dorina, de 23 años, se encuentra con algunos familiares ayudando a empaquetar sin pausa pañales para los niños. "Siento dolor, tristeza y angustia, pero tenemos que reaccionar y ayudar porque nosotros estamos aquí y ellos están allí. Tenemos que tener valor por todos ellos. Ahora mismo tengo que estar aquí ayudando mientras que mi pensamiento esta allí, con mis abuelos, mis tíos, mis primos..."

Mientras, Tonya separa cuidadosamente la ropa de los bebés y la mete en bolsas selladas para que no se ensucie. Con su rotulador va escribiendo en cada paquete y afirma que se siente "orgullosa de la gran solidaridad que están recibiendo los ucranianos". "Cuando trabajo, mi único pensamiento es en mi madre, ella está allí", explica emocionada.