La amenaza de ETA a un sacerdote cuando ofició su primera misa en TVE: “Llamaron a la panadería”
El sacerdote ha relatado su experiencia tras oficiar la misa en La 2 de TVE, en la que recibió multitud de mensajes de amenazas por parte de ETA
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Este 1 de julio se cumplieron 23 años desde la liberación en Mondragón del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara tras 532 días de cautiverio en un zulo a manos de la banda terrorista ETA. Corría el año 1997, en plena actividad armada de la banda.
El recuerdo de la liberación de Ortega Lara permanece, tantos años después, en la retina del Padre José Antonio Jiménez 'Quillo', párroco de San José Obrero en el barrio toledano del Polígono. En el programa 'Creer hoy' que cada jueves emite COPE.es, el sacerdote reconocía el impacto que supuso para él verle en aquellas condiciones por televisión: “Recuerdo cuando salió del coche. Estaba en el zulo. Yo le conocía en una conferencia, ya un poco más respuesto, porque cuando le liberaron, después de 532 días, estaba chupado”.
El Padre 'Quillo' no duda de que el testimonio del exfuncionario de prisiones es un canto a la esperanza y de cómo la fe te puede ayudar en momentos críticos: “Realmente muchos podemos estar presos también por el miedo. Ortega Lara somos tu y yo cuando no hay en nuestro corazón un deseo de libertad. Dios quiere que seamos felices. Y me puede atar un pelo o una cadena de hierro, pero el pájaro no vuela”.
A raíz de esta cuestión, el párroco de origen gaditano ha recordado cómo también sufrió las amenazas de ETA a comienzos de los años noventa, cuando retransmitió su primera y única misa televisiva en 'La 2 de TVE': “Por yo pedir al final de la homilía, mirando a cámara, cuando ETA mataba casi cada día, que si alguno de ellos estaba escuchando y tenía cerca algún ser querido que son instrumento de paz y de concordia escuchen en su corazón y en su conciencia. Es posible la paz en España y el País Vasco”.
Tras realizar esta petición llegaron las amenazas del entorno terrorista: “Llegaron mensajes a aquellos móviles que parecían zapatones. Incluso de manera aleatoria llamaron a una panadería del barrio de Azucaica (barrio toledano donde residía 'Quillo' por aquel entonces) para pedir el móvil del párroco bajo el pretexto de que había oficiado muy bien la misa, y a raíz de aquello me llegaron muchos mensajes”.
Unos años de extrema dureza para tantas familias que por suerte se superaron, reconoce el sacerdote, quien reitera que “cada uno tiene sus propias cárceles, y para salir de ellas no hay que encerrarse en nosotros, sino amar a la Iglesia y a Dios”, subraya.
A partir del minuto del 17 del vídeo podrás escuchar la experiencia del Padre 'Quillo'