Alejandra Salinas, directora de la Fundación Contemplare: "Nos desmayamos cuando vimos la foto con el Papa"

El fin de semana pasado, la fundación se hizo famosa en todo el mundo, ya que sus productos aparecieron en una mesa muy especial: la de la Casa de Santa Marta en el Vaticano

Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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Alejandra Salinas, directora de la Fundación Contemplare, se encuentra en plena campaña de Navidad y aun así encuentra unos minutos para atender a ECCLESIA. El fin de semana pasado, la fundación se hizo famosa en todo el mundo, ya que sus productos aparecieron en una mesa muy especial: la de la Casa de Santa Marta en el Vaticano. Los periodistas de ABC, tras su entrevista con el Santo Padre, le regalaron una cesta de la Fundación Contemplare con productos de los monasterios españoles.

Gracias al pódcast que publicó ABC esta semana ya conocemos cómo llegaron hasta allí, pero, ¿cómo vivió Alejandra el momento en el que vio la foto donde aparecía la cesta en esa mesa?: “Te lo digo con dos palabras: nos desmayamos. Para nosotros es lo más, pero para los monasterios ya ni te cuento. Trabajan intramuros y hacen esos productos en silencio y oración, rezando por el mundo y de repente esos mismos productos aparecen en el Vaticano y el Papa los abre y les gustan. Estábamos pegando saltos de alegría, no hay otra manera de escribirlo”.

Aun así, Alejandra advierte que “la venta de los productos monásticos es muy estacional: son dulces muy navideños, polvorones, turrones, mazapanes. También hay mucha tradición de compra de la gente en Navidad que es cuando más compramos dulces tradicionales que hemos comido toda la vida en nuestras casas”.

El 2022 ha sido un muy buen año para la Fundación Contemplare: “Este año ha sido espectacular, el mercadillo de ABC ha sido impresionante y hemos vendido todo y en la tienda y online está habiendo mucho pedido, mucha gente que quiere cestas, regalos, figuras, todo tipo de cosmética. Y también las empresas que encargan sus cestas para clientes y empleados y es una parte muy importante al ser un pedido de mucho volumen”.

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A Alejandra no deja de sorprenderle el trabajo y la vida de los monjes y monjas con las cuales ella colabora y tiene contacto directo: “Es una vida muy fascinante: se retiran del mundo para rezar por el mundo. Hay una lejanía y una cercanía que es difícil de poner en palabras. Y luego son personas que trabajan y viven de una manera muy particular y a la hora de comprar sus productos y hacer de puente entre ellos y el mundo es un privilegio. Es una realidad muy extraordinaria, bastante desconocida, que nosotros queremos transmitir y ayudar en lo posible para preservar y proteger esa vocación”.

Por eso, este año la Fundación Contemplare les ha acompañado en dos aventuras: el primer helado de alta gama hecho a mano en un convento de clarisas, gracias a los conocimientos compartidos de forma desinteresada por Coco Laín, una heladoteca que ha servido 30 años a los mejores restaurantes de Madrid; y una formación personalizada con los expertos de la escuela de alta cocina de la Universidad Francisco de Victoria Le Cordon Bleu Madrid para revisitar algunos clásicos de la repostería conventual y darles un aire nuevo sin perder la esencia: por ejemplo, los diamantes de frambuesa, o las rocas de frutos secos y chocolate negro, fueron algunas de las “asignaturas” del último curso.

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“Creemos que las recetas ancestrales y antiguas son un tesoro y eso es algo que los monasterios tienen que mantener y siempre tener como oferta, y, por otro lado, los tiempos de hoy obligan a evolucionar en las recetas de los dulces. Creemos que pueden convivir los dulces de toda la vida con un producto que se puede vender durante todo el año. La realidad de la estacionalidad de las ventas en los monasterios es una cosa muy dura porque trabajan a destajo el último trimestre, de sol a sol, de forma muy consciente que si no venden en ese momento el resto del año no pueden pagar las facturas”, ha subrayado Alejandra.

Por eso, desde la Fundación pensaron un producto que se podía vender todo el año: “Dentro de ese proyecto apareció la heladoteca Coco Laín que lleva 30 años haciendo helados para los restaurantes más selectos de Madrid y ella, en un momento dado de su vida, tiene la necesidad de compartir sus conocimientos con un monasterio. Realmente son helados exquisitos porque ya tienen una trayectoria muy larga y para los monasterios esto es una maravilla porque van a poder incluir en su gama de productos que ofrece un producto extraordinario, exquisito y les hace diversificar todo lo que tenía anteriormente, con lo cual no puede ser mejor”.

Se trata de ayudarles en lo que verdaderamente necesitan. Y estos helados o estos cursos gratuitos son parte del proyecto innovador que promueven desde la Fundación Contemplare para que los más de 9.000 monjes y monjas de vida contemplativa que hay en España puedan seguir sosteniéndose por sí mismos todo el año, y no dependan exclusivamente de las ventas navideñas.

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