El Arzobispado de Burgos tiende puentes con las monjas de Belorado pero ellas se niegan a dialogar

Representantes del Arzobispado de Burgos han acudido hoy al monasterio para tratar de reunirse con las monjas clarisas que anunciaron su ruptura con la Iglesia

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Representantes del Arzobispado de Burgos han acudido este jueves, 6 de junio, al monasterio de Belorado para tratar de reunirse con las monjas clarisas que anunciaron su ruptura con la Iglesia para pasar a depender un falso obispo. El objetivo del encuentro era buscar una solución dialogada y han acudido enviados por el comisario pontificio designado por el Vaticano, monseñor Mario Iceta.

Allí, se han presentado junto al notario, pero una de las monjas les han dicho que no son bien recibidos, les ha invitado a abandonar el monasterio y han llamado a la Guardia Civil, según explica el Arzobispado en un comunicado. Así, el Arzobispado lo interpreta como un “gesto de hostilidad que demuestra la nula intención de establecer cualquier diálogo”.

Las monjas tienen un plazo de dos días hábiles para entregar una copia de las llaves al Comisario Pontificio, al ser uno de los requerimientos administrativos que ha notificado la notario civil María Rosario Garrido, la única persona de la delegación enviada por el Comisario Pontificio a la que las monjas permitieron acceder al interior del cenobio.

No obstante, el Arzobispado de Burgos ha querido dejar claro que en ningún caso se menciona en esos requerimientos la posibilidad de un desalojo ni que las monjas tengan que salir de allí. En concreto, se entregaron a las monjas dos requerimientos: uno sobre la apertura del procedimiento canónico y otro referente a cuestiones administrativas del monasterio, que ahora competen al Comisario Pontificio.

Los puentes

Sobre las 14 horas, se han personado en el Monasterio de Santa Clara de Belorado, enviados por el Comisario Pontificio designado por la Santa Sede. Para realizar estas tareas se ha solicitado la asistencia de la Notario doña María Rosario Garrido, quien ha cursado los requerimientos oportunos.

En este encuentro han estado Sor Carmen Ruiz, secretaria de la Federación de Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu, con el fin de establecer alguna línea de diálogo e interlocución con las monjas, de modo particular con las más mayores.

También don Rodrigo Sáiz, apoderado del Comisario Pontificio, para comunicar las facultades jurídicas que le competen sobre la administración de los monasterios, y don Carlos Azcona, notario del Tribunal Eclesiástico, responsable de transmitir las notificaciones sobre la apertura del proceso canónico correspondiente a la declaración de abandono de la Iglesia católica.

Tras ser atendidos por sor Belén en el torno y después por sor Sión en el locutorio, y pedir una entrevista con la exabadesa sor Isabel, ésta ha transmitido a través de sor Belén que, excepto la Notario, los demás "no eran bien recibidos" en el monasterio y que deberían abandonarlo, requiriendo la presencia de una patrulla de la Guardia Civil en el caso de negarse.

Sor Carmen Ruiz y don Carlos Azcona deciden esperar fuera del monasterio. Don Rodrigo Sáiz aguarda en el interior a la llegada de la patrulla de la Guardia Civil, haciendo valer el derecho que le asiste como apoderado del Comisario Pontificio. Se persona la patrulla y don Rodrigo se identifica y muestra la documentación que le acredita como apoderado del Comisario Pontificio.

La patrulla indica que se practicarán "diligencias a prevención" y que, a continuación, se entrevistarán con las religiosas. En ese momento, don Rodrigo abandona el monasterio por su propia voluntad tras hablar con la Guardia Civil.

La denuncia contra el Comisario Pontificio ante la Policía Nacional en Logroño, su posterior ratificación ante los juzgados de Burgos y el requerimiento de una patrulla de la Guardia Civil en Belorado, pueden interpretarse como gestos de hostilidad que manifiestan la nula intención de la comunidad de establecer cualquier diálogo con la persona designada por la Santa Sede y su equipo.

Aun así, el Comisario Pontificio mantiene su voluntad de tender puentes y de encontrar vías adecuadas para alcanzar una solución.