Así cambió el obispo José Ignacio Munilla la vida a Aitor, un 'sin techo' de Donostia preso del alcoholismo
El obispo de Orihuela-Alicante conoció a Aitor durante una visita a la prisión de Donostia. Fue Munilla quien habló al 'sin techo' del Cenáculo, la comunidad que le cambió la vida
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Aitor ha pasado la mayor parte de su vida durmiendo y vagando por las calles de San Sebastián. Sus padres eran adictos al alcohol. Una adicción que él 'heredó'. Los problemas familiares hicieron que Aitor pasara por diferentes centros y familias de acogida durante su infancia, al igual que sus ocho hermanos.
Aprendió albañilería, pero a los 22 años comenzó a vivir en la calle y delinquir para subsistir y poder pagarse el alcohol. Durante 25 años pedía limosna en la puerta de la catedral de San Sebastián y durmió con frecuencia en albergues y centros de Cáritas.
En una ocasión le encerraron en la cárcel por pintar un graffiti en los muros de la catedral. No se pensaba Aitor en ese momento que gracias a su estancia en prisión conocería al entonces obispo de la diócesis, José Ignacio Munilla. Fue durante la visita del obispo a los presos. Cuando Aitor se cruzó con el purpurado, no dudó en decirle con humor: “Estoy aquí por ti, ¿eh?”
La relación entre el obispo Munilla y Aitor
La relación entre ambos quedó ahí aparcada, hasta que volvieron a coincidir en la 'Cena del Pobre' presidida en la catedral de San Sebastián por José Ignacio Munilla en Navidad. Era la primera vez que el obispo hablaba a Aitor del Cenáculo, una comunidad donde cientos de jóvenes han superado su adicción para recuperar sus vidas.
En ese momento, Munilla le propuso al 'sin techo' que si era capaz de dejar su adicción le acogería en su casa hasta que pudiera acceder en el Cenáculo. Aitor accedió, ya que vio la oportunidad de rehabilitarse. Ambos acudieron a Lourdes, donde el Cenáculo cuenta con un centro. No obstante, antes de acceder Aitor debía abandonar su adicción al alcohol, por lo que ingresós en un hospital de Pamplona para desengancharse.
Cuando la pandemia llegó a nuestras vidas, Aitor vivió en casa del obispo de San Sebastián el confinamiento, ayudándole en las tareas de la catedral y preparándose para recibir el Sacramento de la Confirmación.
El Cenáculo cambió la vida de Aitor
En junio de 2020 por fin ingresó en el Cenáculo, donde Aitor tuvo problemas de adaptación, por lo que tan solo aguantó veinte días. El obispo Munilla le ofreció un Cenáculo en nuestro país, concretamente en la comunidad con la que cuenta Cornudella de Montsant, en Tarragona.
Tampoco fue fácil su experiencia debido a la alta disciplina a la que tenía que someterse. Pero poco a poco se fue adaptando y a sentirse querido. Actualmente, Aitor está rehabilitado. Trabaja en una empresa de limpieza y mantenimiento. Recientemente se ha trasladado a Alicante, destino del obispo Munilla desde el pasado mes de febrero. Una prueba de que las ovejas siguen a su pastor.