Carta pastoral del Cardenal Ricardo Blázquez: Feliz año del Señor y una buena noticia

Carta pastoral del Cardenal Ricardo Blázquez: Feliz año del Señor y una buena noticia

Agencia SIC

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

En la celebración del primer día de enero confluyen diversos motivos: Litúrgicamente es octava de Navidad y fiesta de Santa María Madre de Dios, pues celebramos unidos el nacimiento del Hijo y la maternidad divina de María; desde el pontificado de Pablo VI es la Jornada Mundial de la Paz, en consonancia con el canto de los ángeles en torno al Niño recién nacido; y, por supuesto, comenzamos un nuevo año, el 2022 después de Cristo, que nos deseamos feliz y probablemente con inquietudes por dentro. A veces en la perspectiva cristiana se ha llamado, en inscripciones de acontecimientos destacados año de gracia del Señor. Esto deseo a todos. Con palabras de la Liturgia del día: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz” (Núm. 6, 24–26). Esta bendición bíblica y litúrgica, que hago mía como felicitación, nos desea la protección del Señor ?también en la pandemia que no cesa de amenazarnos? y en medio de lo desconocido, que tal es siempre el futuro, nos acompañe Dios con su providencia paternal a la cual podemos acogernos todos los días. Empezamos a recorrer el nuevo año bajo la mirada de Dios y cobijados por su amor omnipotente.

Las fiestas de Navidad se prolongan este año litúrgico hasta el domingo 9 de enero; estamos, por lo tanto, todavía, en su ámbito, en el que celebramos inseparablemente el nacimiento del Salvador y su manifestación a los pastores, a los magos venidos de Oriente, representantes de la búsqueda de la humanidad, y a los ancianos Simeón y Ana que simbolizan la secular esperanza probada y mantenida sin desmayos de Israel y de la humanidad. El Niño nacido en Belén es como un foco de luz, como el sol que nace de lo alto (cf. Lc. 1, 7–8, 7–9), que emite resplandores para iluminar las tinieblas y la complejidad de la vida. Dicho con otras palabras, como la escuela de Belén está aún abierta y los niños disfrutan de vacaciones, continuemos recordando lecciones de Navidad. Navidad es invitación a alegría, no bullanguera ni forzada, sino auténtica y real, porque “el Señor está cerca” (cf. Fil. 45). “No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo”, os ha nacido el Salvador (cf.Lc 2, 10). Para el vacío, la experiencia del sinsentido de la vida y la desesperanza Belén es promesa que ahuyenta temores y sombras. Otra sublime lección: La cuna de Jesús fue un pesebre porque nació como un pobre, ya que para José y María no había sitio en la posada. Existe una afinidad entre Evangelio y pobreza, porque el Hijo de Dios hizo la acción preferencial de ser pobre (cf. 2 Cor. 8, 9) (Benedicto XVI en la Conferencia de Aparecida, Brasil). Jesús compartió desde los primeros días de su vida la suerte de los emigrantes y refugiados, perseguidos y proscritos. Egipto, la casa de la esclavitud de sus antepasados, fue lugar de su destierro. El nacimiento del Señor tuvo el encanto de todos los niños en los inicios de su vida, pero también estuvo envuelto en nubarrones, que le aguardaban en forma de rechazo y exclusión. Son lecciones de la escuela de Belén impartidas por Jesús, María y el Niño. Continuemos contemplando con la mirada de la fe el misterio de Belén para aprender a vivir.

El día de la Inmaculada fue la clausura del año dedicado por el Papa Francisco a San José, al cumplirse los 150 años de la declaración por el Papa Pío IX como “patrono de la Iglesia universal”. José siguió obedientemente los caminos trazados por Dios para proteger a María y al Niño, y la Iglesia invoca su amparo en medio de la historia, también en la hora presente con sus tribulaciones y desafíos. El Patriarca San José estuvo siempre en segundo plano; supo echarse a un lado para que el centro lo ocuparan Jesús y María, esta posición aparece en el Evangelio de manera clara. Si los pastores, según las indicaciones del ángel, “encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” (Lc. 2, 16), en seguida emerge en la narración de los Evangelios María y el Hijo, y a San José se le supone presente, pero discreto como en la sombra (cf. Lc. 2, 19.51). Son mentados “sus padres” (cf. Lc. 2, 21. 22. 27. 33. 44. 48. 51). Incluso en el evangelio de Mateo entra en la genealogía de Jesús como dando un rodeo de palabras: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo” (Mt. 1, 16). El Papa en la introducción a su bella Carta Apostólica “Con corazón de Padre” (Patris corde) escribe sobre este rasgo de la presentación de José el casto esposo de María y el padre adoptivo de Jesús: “San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o ‘en segunda línea’ tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”. ¡Cuántas personas en la Iglesia y en la sociedad actúan eficaz y sacrificadamente en la ocultación, sin hacerse notar ni buscar elogios!. San Mateo narra cómo un ángel a través de cuatro sueños en sendas coyunturas históricas comunica a José la voluntad de Dios (Mt. 1, 20–21; 2, 13; 2, 19–20; 2, 22–23). La reacción de José, el padre de familia como responsable del Hijo recién nacido y de la Madre lactante, fue admirable: Rápida, obediente, confiada, creyente, decidida, arriesgada, valiente, responsable. Encarnó la fe y la obediencia a Dios en la existencia cotidiana de la familia. Él estuvo al lado como fiel protector; se puso incondicionalmente a disposición de Dios y de sus caminos.

En el título me referí a una noticia, que me parece obligado comunicar o recordar. A mediados del mes de diciembre ha comenzado la llamada “visita ad limina” de los obispos españoles, que tendrá lugar en cuatro grupos. La visita de las Provincias eclesiásticas de Toledo, Madrid y Valladolid formamos el cuarto grupo, y está programada para los días 24 al 29 de enero. La expresión “visita ad limina” significa la visita que los obispos como pastores de sus diócesis hacen a los “umbrales” (“limina”) o a los “sepulcros” (trophaea) donde reposan sus restos después del martirio, que fue un triunfo de la fuerza de Dios sobre la debilidad del hombre. Se refiere la expresión a los sepulcros de los santos apóstoles Pedro y Pablo que son como cimientos de la Iglesia de Roma, a la que fortalecieron con su predicación y su martirio. Ha sido conservado el de Pedro en la basílica levantada sobre la colina del Vaticano y el de Pablo en la basílica de San Pablo Extramuros, situada en el comienzo de la vía Ostiense.

El momento culmen de la visita “ad limina” es el encuentro entre el Papa, como quien preside en nombre del Señor la Iglesia católica y los Obispos de las iglesias a ellos confiadas. Los obispos, en cuanto sucesores de los apóstoles visitan, se reúnen, conversan y escuchan al sucesor de Pedro, Cabeza de los Doce apóstoles. Es una visita de alto significado eclesial. Además del encuentro con el Papa Francisco, comprende la visita que haremos los Obispos representando a las diócesis respectivas, la celebración de la Eucaristía en las cuatro basílicas mayores (San Pedro, San Pablo, San Juan de Letrán y Santa María la Mayor), encuentros de los obispos visitantes con los llamados Dicasterios de la Curia Romana, que colaboran con el Papa en el servicio diario de su ministerio. Tendremos la ocasión de saludar a Mons. Aurelio, originario de nuestra Diócesis, en la Congregación para el Culto Divino.

Amigos, os deseo un año lleno de gracia del Señor.

+ Cardenal Ricardo Blázquez

Arzobispo de Valladolid

Escucha en directo COPE, la radio de los comunicadores mejor valorados. Si lo deseas puedes bajarte la aplicación de COPE para iOS( iPhone) y Android. La aplicación de COPE es el mejor canal para escuchar la radio en directo, pero es también un completo medio de información digital que cuenta las noticias cuando se están produciendo, que te alerta de lo que sucede mediante notificaciones en tu móvil.

Temas relacionados