Carta pastoral de Mons. Manuel Herrero: "Nació para que renaciéramos"

Carta pastoral de Mons. Manuel Herrero: “Nació para que renaciéramos”

Agencia SIC

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«Exulten de gozo los varones, exulten las mujeres: Cristo nació varón, pero nació de una mujer; ambos sexos quedan honrados. Pase, pues, ya al segundo hombre quien había sido condenado con anterioridad en el primero. Una mujer nos indujo a la muerte: una mujer nos alumbró la vida. Nació sin culpa para que renaciera en él quien se hallaba en la culpa. Exultad, jóvenes santos, los que elegisteis seguir ante todo a Cristo. Exultad, vírgenes santas… Exultad, justos: ha nacido el justificador. Exultad, débiles y enfermos: ha nacido el salvador. Exultad, cautivos: ha nacido el redentor. Exultad, siervos: ha nacido el Señor. Exultad, hombres libres: ha nacido el libertador. Exultad todos los cristianos: ha nacido Cristo» (San Agustín: sermón 184,2).

Con este texto de san Agustín, deseo felicitaros a todos la Navidad e invitaros a la alegría, al júbilo y a la exultación. Realmente el Señor ha estado grande con nosotros y estamos y debemos estar alegres; siempre, debemos estar alegres. En Jesús, hijo del Padre e hijo de María, la Virgen, Dios se ha acercado tanto a nosotros, nos ha amado tanto que se ha hecho nuestro hermano y nos ha hecho a nosotros hijos de Dios, familia de la Santa Trinidad para siempre, por toda nuestra vida y nuestra eternidad. ¿Cómo no estar alegres?

Nació para que renaciéramos.

Cuando un niño o una niña nace, toda la familia más cercana se siente alegre porque la vida, tejida por el amor de los padres, de los abuelos, de los bisabuelos…, se ha abierto paso, renace y todos sentimos que la vida sigue, que rompe, con su misterio, todo lo que nos hace experimentar nuestra muerte. La vida renace. Nos reunimos en torno al niño o a la niña, y, además de felicitar a los padres, comenzamos a ver si se parece al padre o a la madre, si tiene los ojos del abuelo o la abuela, si la frente, si los ojos…; pero nace para que renazcamos.

Lo mismo y más lo hace Jesús: Nace para que renazcamos.

Pero ¿es posible? ¿Es posible que el hombre o la mujer nazcan de nuevo? Eso mismo se preguntaba Nicodemo, un fariseo, jefe judío que fue a ver a Jesús de noche y a dialogar con Él. Jesús, en un m omento de su diálogo, le dice: «En verdad, en verdad te digo, el que no nazca de nuevo no puede entrar en el reino de Dios». Nicodemo no entiende y pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?». Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: El que no nazca del agua y del Espíritu no pude entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes que te haya dicho: “Tenéis que caer de nuevo”» (Jn 3, 1–8).

Nosotros renaceremos si, como nos propone la Programación Pastoral para el año 2021–2022, tejemos vida, aunque tengamos fallos.

Redescubramos y reavivemos el sentido de nuestra vida. Parémonos y pensemos: ¿qué sentido tiene mi vida? ¿Para qué vivimos, trabajamos, convivimos, amamos, servimos? El cristiano es aquel que en Cristo ha descubierto el sentido de nuestra vida: hemos sido creados por amor, para amar y ser amados. El Amor nos habita, a pesar de todas nuestras heridas, es el misterio último en el que vivimos, nos movemos y somos; somos estirpe suya (Hech 17, 28).

Redescubramos y reavivemos esa clave fundamental que nos debe definir: El encuentro. El encuentro con uno mismos, aceptándonos, queriéndonos, perdonándonos, Viviendo y fomentando el encuentro con los otros, con la familia propia, con los miembros de nuestras comunidades, con las personas con quienes convivimos y compartimos la peripecia de vivir, el trabajo, la diversión, el dolor, la alegría…Tenemos que saber acompañarnos en todas las situaciones de la existencia. No podemos fomentar el individualismo, cerrarnos en nosotros mismos, sino abrirnos a los demás, compartiendo alegrías y penas, tristezas y esperanza.

Renacer es crear nuestras comunidades, comenzando con la propia familia, la propia parroquia o grupo, redescubriendo la fraternidad y construyéndola día tras día

Y por último renazcamos recreando la vida con el estilo del evangelio, que nos revela que nos revela que somos hijos de Dios, hermanos en Cristo Jesús, y personas habitadas e impulsadas por el Espíritu Santo con gestos que comuniquen vida, desde la gratuidad, tanto al cercano como al lejano; al que piensa de otra manera, al emigrante, al refugiado, a la creación, nuestra casa común, también al que nos ha ofendido.

¡Feliz Navidad, hermanos! ¡Feliz Navidad, palentinos!

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA.

Obispo de Palencia

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