Cristina Sánchez presenta su libro ‘Lujuria’: “El porno es una adicción, no ocio”

La periodista expone mediante su nueva obra los males que generan en las personas tanto el porno como la prostitución

Carlos de Arteaga

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Cristina Sánchez Aguilar, subdirectora de ‘Alfa y Omega’, ha publicado su nuevo libro ‘Lujuria, que forma parte de una serie de obras que hablan de los siete pecados capitales. La periodista de información religiosa ha visitado el programa ‘Ecclesia’ de TRECE, que se emite todos los domingos a las 13.00 horas, para profundizar en el tema de su libro y hablar de los retos que tiene la Iglesia por delante en cuanto a la pornografía y la prostitución.

¿Por qué ‘Lujuria’?

“Elegí lujuria porque llevaba trabajando un tiempo en las consecuencias de este pecado capital, que cada vez es considerado menos como pecado” comienza explicando Cristina Sánchez, que después de mucho estudio ha podido descubrir “las consecuencias que tiene para uno mismo, pero también las víctimas que va dejando a su paso”.

Además, Sánchez ha recalcado que “es una barbaridad la cantidad de niños, cada vez más pequeños, que acuden a internet para sus profesores y su educación en la parte sexual”, un aumento que, para la periodista, se debe sobre todo a que “durante la pandemia, las páginas web de contenido pornográfico abrieron gratuitamente sus contenidos, y a partir de ahí hubo un ‘boom’ de visitas a estas páginas. Esto – continúa exponiendo Cristina Sánchez – tiene una relación, según la mayoría de expertos, con el aumento de la violencia en las relaciones interpersonales de los jóvenes, como por ejemplo las violaciones en manada”.

El negocio detrás de este problema

Uno de los temas presentes en el libro es el negocio que se forma alrededor de la pornografía, y sobre todo también en torno a la prostitución. “Detrás de esto hay mafias. Las drogas, las armas y la trata son de las cosas que más dinero mueve en el mundo”, explica la autora, quien lamenta que “de los tres la trata es el más rentable, porque la mujer la puedes reutilizar”, alega citando a un ex proxeneta, que concedió una entrevista sobre la prostitución y sus males.

Pero para Cristina, no solo hay trata en la prostitución, sino “también en el porno”. Cuenta cómo hay actrices de contenido pornográfico que realmente están secuestradas, como un ejemplo que refleja en su libro: “una chica fue a la Gran Vía a hacer una prueba para ser camarera, y fue secuestrada en un piso durante seis meses, violada y grabada a diario bajo amenaza a su madre y a su familia”.

“Es una gran adicción, no es algo plano ni es algo de ocio” es uno de los puntos que Cristina Sánchez busca dejar claro en su libro, porque “todos los niños piensan que el porno es algo inocuo, pero tiene consecuencias hacia las personas de los vídeos y hacia uno mismo”. La escritora enumera las relaciones que se ven afectadas por esta práctica: “Con tus amigos, con tu pareja e incluso con tus hijos”. Un mal que define como “una auténtica decadencia humana”.

La receta contra la lujuria: familia y educación

Sin embargo, la subdirectora de ‘Alfa y Omega’ no ha querido terminar sin dar las claves para erradicar este problema: “Si la herramienta que hay es internet, la contra-herramienta la familia y la educación. Hay que enseñar a respetar el cuerpo y no cosificarlo”. Dicha utilización de los cuerpos viene, según Sánchez, de “la Revolución Sexual, que se entendió como una libertad que se ha ido malinterpretando”. Aunque también ha hecho autocrítica en cuanto al papel de la Iglesia en los últimos años, que “ha anulado la conversación por ser un tema tabú. En las casas no se quiere hablar con los niños por vergüenza, y por eso llegamos a donde estamos llegando”.

Para Cristina, la sociedad ha cambiado la razón por la emoción, “y como nos domina la emoción, y la sexualidad es emotiva, la ponemos por delante de cualquier otra forma de entender las relaciones y nadie nos da un ‘feedback’ en otro sentido”. Esto lleva, como explica la escritora, a “absolutas barbaridades como las violaciones grupales”.

Termina la autora haciendo alusión a una realidad que reflejaba el ex proxeneta anteriormente mencionado: “El perfil de la persona que consume prostitución no es el señor acabado de extrarradio. Hay hasta hombres con cochecitos de bebés en el coche que salen directamente del trabajo y van a desahogarse”.