Cristo de Medinaceli: el origen de la tradición de su besapiés en la que ha participado Felipe VI

Como cada primer viernes de marzo, madrileños y visitantes cumplen con la tradición de besar los pies de la talla como signo de adoración.

Cristo de Medinaceli: el origen de la tradición de su besapiés en la que ha participado Felipe VI

Redacción Religión

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Como es tradición cada primer viernes de marzo, miles de madrileños y visitantes se han acercado a la Basílica para venerar al Cristo de Medinaceli y besarle los pies. Poco antes de las 10h de la mañana, el Rey Felipe VI se ha acercado al templo para ofrecer una oración frente a Jesús de Medinaceli. Habría que remontarse al año 2008 para volver a ver al actual monarca en la basílica ubicada a escasos metros del Museo del Prado o del Congreso de los Diputados.

El monarca hacía su entrada en la iglesia con el escapulario colgado al cuello y saludando a todos los devotos que se encontraban en el exterior. Al llegar a la imagen del Cristo, se ha inclinado para cumplir con la tradición de besar su pie.

La Basílica del Cristo de Medinaceli ha abierto este viernes sus puertas a partir de las doce de la noche para que los fieles accedan al interior para venerar a la imagen sagrada, y cerrará cuando abandone el templo el último de los asistentes que estén esperando en la puerta.

La tradición establece que una vez ante el Cristo, se le besan los pies como gesto de respeto y reverencia, y se le piden tres deseos, de cuales se le concederá uno de ellos.

El origen de la tradición

A pesar de que Jesús de Medinaceli data de mediados del siglo XVII, la tradición de su besapiés data de inicios del siglo XX, aunque no se conoce la fecha exacta de su origen, ya que la imagen sufrió diversos traslados por diferentes puntos de España y del exterior. Esto hace que se le diese el sobrenombre del Cristo Viajero. Sí que existen fotografías del año 1919 en la que se formaban filas para venerar a Jesucristo.

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La historia del Cristo de Medinaceli

La talla del Cristo es de la primera mitad del siglo XVII, con 1,73 metros de altura. Fue tallada en Sevilla y trasladada por los Capuchinos a Marruecos, para que sirviera de culto a los soldados españoles. En 1681 la imagen es capturada por el ejército del sultán de Marruecos, Musley Ismael.

Fue arrastrada por las calles en señal de odio contra la región cristiana y vista por el Padre de la Orden de la Santísima Trinidad, Fray Pedro de los Ángeles, que solicitó el rescate de la imagen al rey.

La imagen, una vez rescatada,es trasladada a Tetuán, Ceuta, Sevilla y llega a Madrid en 1682, año en el que se organiza la primera procesión, a la que asistieron los fieles del pueblo llano, la nobleza y la realiza. Desde entonces todos los años, en la gran romería del primer Viernes de marzo, asiste algún miembro de la familia real a rezar al nazareno.

Durante la Guerra Civil, ocultan la imagen envuelta en sábanas en los sótanos del convento. La descubren y la trasladan a Valencia, de allí a Barcelona y a la ciudad suiza de Ginebra. Por fin, fue reclamada en 1939 y recibida con honores militares en Pozuelo de Alarcón y llevada posteriormente a su templo actual.