Dios está entre los pucheros, esta monja te explica dónde

Sor Concha es priora de las Agustinas de Fregenal de la Sierra y aporta las claves para encontrar a Dios entre los pucheros.

Santa Teresa decía que "entre los pucheros anda Dios"

Pablo Valentín-Gamazo

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Sor Rosario tiene 67 años. Lleva seis años como priora, y desde los 14 años en la comunidad de las Agustinas de Fregenal de la Sierra, en Badajoz. El suyo es como otros conventos de puertas hacia adentro. Vida contemplativa y en comunidad son sus pilares: Eucaristía, oración, adoración, labores de mantenimiento y cuidado del convento. Entre ellas, encontrar a Dios entre los pucheros, si hace falta. 

Sin embargo, además de a Dios, esta casa de hermanas del carisma de San Agustín tiene algo que las hace a ellas participantes en un congreso culinario en Córdoba. Se trata de su cocina. Muchas veces se ha hablado de la labor de las monjas en los fogones, sobre todo, en la repostería. No es una excepción el convento de Sor Rosario.

Le pedimos que nos haga una fotografía de la cocina. Después de describir la despensa, los ingredientes y una pequeña huerta del convento, nos deja un dato sorprendente: El instrumento más moderno con el que cuentan en la cocina es la olla exprés y la cocina de butano. Antes de remangarse los hábitos y encender los fuegos...hay que rezar. Se trata de un momento de comunidad: las hermanas que hagan tareas en el obrador o en la labor se detienen y rezan. Se santiguan, rezan un Ave María y piden a Dios hacer su trabajo lo mejor posible.

“Dios anda entre los pucheros...dulces y salados”

Aunque, junto a los dulces, ella y las hermanas comen de todo. Sus preferencias son los platos de cuchara y la tradición. Las comidas que más triunfan en la comunidad son el cocido extremeño, la tortilla de patata y el caldo. ¿Recetas especiales? Sor Rosario contesta que “no”. Se ríe: “Todo casero y natural. No echamos nada de “química” a los platos”. Y, además de natural, su cocina es tradicional. En el caso del cocino extremeño, que lleva morcilla, chorizo, tocino, etc., la tradición tiene cinco siglos, desde la fundación del convento en el siglo XVI.

Santa Teresa de Ávila decía que “entre los pucheros anda Dios”. Sor Rosario lo explica: “lo decía porque al hacer las cosas tenemos que hacerlas mirando solamente al hermano, al que no tiene que comer y a Dios”.

Una de las maneras en las que se hacen alimento es en los dulces típicos del lugar. Sus especialidades son los “bocaditos” y los “corazones”. Solo consisten en azúcar y almendra, explica la priora. A base de esos dos ingredientes sus corazones llevan haciéndose también desde el siglo XVI.

Sin embargo, queda algo que rascar en el fondo de la olla. Durante la entrevista, Sor Rosario ha asegurado que no existe nada especial, ni recetas o formas de cocinar más allá de la tradicional y el cuidado del producto. Si no es el “qué”, ¿cómo se cocina en un convento? Su respuesta: “Los ingredientes 'especiales' son el amor, el cariño, el respeto, la entrega con que se lo vas a preparar a esa persona, como si fuera el mismo Cristo a quien se lo estás cocinando”.